—¿La Segoviana llegará a tener 22 fichas en el primer equipo?
—Espero que sí, aunque no negaré que está muy complicado. Hemos tenido contacto con un mínimo de 10 futbolistas con posibilidades de incorporarse, pero la realidad es la que es, y nuestras limitaciones económicas nos encorsetan. Nosotros no nos vamos a salir de unos parámetros tanto deportivos como económicos. Damos mucho amor, mucho cariño, y Segovia es un gran escaparate, pero cuando le comentas a un jugador el nivel de exigencia que tiene este club de entrenar todos los días, además de sus objetivos deportivos, las operaciones se truncan incluso sin haber llegado a hablar del tema económico.
—¿El grupo octavo se ha puesto acorde con los difíciles tiempos que corren?
—Sí, exceptuando algunos casos. Considero que la Segoviana, a nivel de gasto en la primera plantilla, está en la novena o décima posición del grupo, porque hay clubes que tienen más capacidad, y otros que no tienen que destinar partidas a amortizar la deuda, como sí tenemos que hacer nosotros. Esa es nuestra Espada de Damocles, pero creo que las cosas tienen que hacerse así. Nuestra planificación va encaminada a que en tres años la Segoviana tenga una deuda definible y asumible, y pueda estar en disposición de ofrecer algo más a sus futbolistas. Yo estoy muy contento con los jugadores que hay, porque nuestra plantilla es buenísima, los que ya estaban, y los que hemos fichado. Pero debemos adaptarnos a lo que tenemos, y saber aunar este proyecto austero con nuestra ambición deportiva.
—Mirando un poco más allá, el relevo generacional se asoma por la ventana…
—Por eso se ha apostado por esta política de hacer entrenar con el primer equipo a chavales que están en edad juvenil, incluso de primer año, porque son muy buenos, porque su aptitud y su actitud es extraordinaria, y porque ellos son los que, a corto plazo, van a tomar el relevo de los Manu, Alex o Rubén, que ya se están echando al equipo a la espalda. A mí me da pánico el relevo generacional, porque encontrar a unos futbolistas que te den el nivel que te dan Ricardo, o Anel, o Chema no va a ser nada fácil. Pero hay muy buenos jugadores en el juvenil. Hay que confiar en ellos, e incluso si el presupuesto que yo manejara fuera mucho más alto, haría lo mismo, porque podemos aspirar a lo mismo que aspirábamos hace años con jugadores de la casa.
—¿Sería una catástrofe económica que el equipo ascendiera a Segunda B?
—En absoluto. Sería la culminación a muchísimo trabajo, y desde la poca experiencia que tengo en esas lides, supondría la salvación del club, por respuesta de aficionados, y porque si yo hiciera el proyecto deportivo, en ningún caso se iba a hacer lo que se hizo en las dos ocasiones en las que ascendimos. Si ascendemos, los juveniles que han venido subiendo con el equipo lo seguirán haciendo, y seguirán contando, porque tienen calidad y potencial.
—¿Qué hay que hacer para que la grada se llene?
—El socio se desencantó bastante por la situación por la que ha pasado el club en los últimos dos o tres años, en los que parecía descabezado y sin saber qué rumbo se estaba llevando, aunque en el plano futbolístico el equipo respondía. En el entorno se transmitía cierta incertidumbre, a la que hay que sumar algunas medidas impopulares, como la derrama a los socios. Hay que apostar por un proyecto que te suba gente al campo, pero no mañana, porque eso es inviable, sino aunando muchos factores. Hay que hacer un proyecto atractivo, tener buenos jugadores, que la gente se divierta subiendo al campo, y después comenzar a sembrar. Lo que tengo claro es que el fútbol gusta. Partiendo de ahí, creemos iniciativas que le agraden al socio. Los resultados se verán a medio plazo.
