Ucrania continúa centrando las miradas del mundo entero al seguir sumida en el caos y la desesperación. Y es que ayer, el primer ministro del país, Arseni Yatseniuk, declaró que los movimientos de tropas rusas en Crimea son «una declaración de guerra» contra Kiev, por lo que solicitó al presidente Putin que retire a sus soldados «de inmediato». «Pedimos que sus efectivos salgan de este país y honre los acuerdos bilaterales», apuntó. «Si lo que quiere Putin es convertirse en el líder que inició una guerra entre dos países amigos ha dado en la diana», apostilló.
Al mismo tiempo, el presidente interino Alexander Turchinov firmó la orden que pone a las Fuerzas de Seguridad del país en plena disposición de combate, pero insistió en que Moscú no tiene motivo para realizar un «acto de agresión». «Las declaraciones sobre el peligro para los rusos o los ucranianos son inventadas», señaló.
Sin embargo, hasta el momento no hay evidencia de movimientos de tropas por parte de Kiev, pues la orden de Turchinov no supone una movilización general.
También el político opositor Vitali Klitschko hizo un llamamiento a poner fin al conflicto sin derramamiento de sangre. «Debemos solucionar esta cuestión pero mediante una vía de consultas».
Pero la cúpula prorrusa de Crimea reiteró su deseo de que la República Autónoma se convierta en Estado, según aseveró el presidente del Parlamento regional, Vladimir Konstantinov. En su opinión, los habitantes de ese territorio deben decidir en un referéndum la escisión de Ucrania. Así, se adelantó, el pasado sábado, la fecha de esa consulta al 30 de marzo.
Mientras, el Ejecutivo ucraniano anunció el cese del comandante de la Marina Denis Berezovski, por negarse a luchar contra las tropas rusas, a las que entregó el cuartel de Sebastopol, según señaló la vicesecretaria del Consejo de Seguridad de Kiev, Viktoria Siumar.
Por otra parte, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, amenazó con sanciones a Moscú, como medidas económicas o prohibiciones de viaje. «Todas las opciones están sobre la mesa», aseguró. Además, reiteró que la actuación de Putin en la península supone un «temerario acto de agresión» que podría tener consecuencias graves. Al ser preguntado si podría conllevar sanciones concretas, respondió que «absolutamente». Y añadió la «clara» posibilidad de un boicot a la cumbre del G8 de junio en Sochi. Rusia debe entender «que esto es grave. Que vamos muy en serio». De hecho, Francia y el Reino Unido ya adelantaron ayer que no asistirán a las reuniones preparatorias de la cita.
Todo esto sucedía mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordaba urgir a «todas las partes» a evitar «acciones y retóricas» que puedan agravar la deriva en Ucrania y a iniciar un «diálogo político inclusivo».
