Portugal dio carpetazo ayer a uno de los capítulos más dolorosos de su historia reciente: el del rescate financiero que recibió de sus socios en 2011 y que le evitó el amargo trago de la bancarrota.
De esta forma se convierte en el segundo Estado de la eurozona (antes lo hizo Irlanda) que abandona este barco tras ceñirse a la receta de la troika e incluso ir más allá de sus exigencias si se atiende a los reproches que la oposición lusa le hace al primer ministro. Y lo hace a pecho descubierto, sin una red de seguridad que dulcifique su camino de vuelta a los mercados.
El Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho está convencido de que será un regreso tranquilo porque el Estado cuenta con un colchón para hacer frente a las adversidades ya que tiene asegurada financiación para un año. Y porque, además, el interés de los bonos lusos se ha desinflado hasta mínimos de hace mucho tiempo. Tanto como ocho años.
De esta forma, el pasado viernes, el presidente portugués, Aníbal Cavaco Silva, aseguraba en Pekín que el país «ha recuperado la confianza de los inversores internacionales», que su economía es ahora «más competitiva, más sostenible y más integrada en los mercados globales».
Pero, mientras su Ejecutivo brinda por la salida del rescate, los portugueses no están para fiestas. Y es que durante la dictadura de la troika los impuestos han experimentado una subida brutal, las pagas extras de funcionarios y pensionistas se han evaporado, el IVA ha escalado hasta más allá del 23 % y los servicios públicos se han resentido.
Y, para los cientos de miles de ciudadanos que han perdido su trabajo o visto recortados sus salarios mientras se incrementaban las obligaciones económicas, la vida después del rescate no parece fácil. El adiós a la troika no significa el fin de la austeridad, y la economía lusa todavía está lejos de enfilar la senda de una recuperación sólida, capaz de restañar las muchas heridas recibidas.
Por ello, el vicepresidente de la Comisión y responsable interino de Asuntos Económicos, Siim Kallas, pidió a las autoridades lusas que prosigan con los ajustes y reformas «en los próximos meses y años» para combatir el paro y consolidar la recuperación.
«Para lograr una recuperación más sólida y reducir el todavía inaceptablemente alto nivel de desempleo, será esencial mantener un compromiso firme con políticas presupuestarias sanas y reformas que impulsen el crecimiento en los meses y años venideros», avisó Kallas, quien prometió su apoyo a Lisboa.
Además, elogió los «esfuerzos determinados» de las autoridades portuguesas y la «resistencia y valentía» de los ciudadanos y aseveró que gracias a ellos «se han logrado progresos importantes a la hora de afrontar los desequilibrios financieros que han pesado sobre el país durante muchos años». «El Gobierno portugués adoptó medidas decisivas para situar de nuevo la economía pública en una trayectoria sostenible», añadió.
