El Gobierno de Sierra Leona impuso desde ayer un toque de queda de tres días de duración para frenar la expansión del brote de ébola, por lo que el presidente del país, Ernest Bai Koroma, emplazó a los ciudadanos a cumplir las medidas de emergencia.
Las calles de la capital, normalmente llenas de personas y vehículos circulando, aparecieron desiertas, salvo por la presencia de los vehículos de la Policía y de trabajadores sanitarios. Las emisoras de radio emitieron anuncios de concienciación y animaron a los ciudadanos a permanecer en sus hogares.
“Hoy, la vida de todos está en riesgo pero superaremos estas dificultades si todos hacemos lo que nos piden”, aseguró el presidente sierraleonés, en un discurso difundido por televisión. “Son tiempos extraordinarios que requieren medidas extraordinarias”, afirmó.
El ébola ha dejado más de 5.300 personas infectadas en África Occidental provocando la muerte de 2.630 de ellas, lo que supone el peor brote de esta enfermedad que se ha registrado en todo el mundo.
En Sierra Leona, el número de muertos es de 562 personas. Durante el toque de queda, unos 30.000 trabajadores sanitarios, voluntarios y profesores tienen previsto visitar cada vivienda en un país de seis millones de habitantes para concienciarles sobre el peligro del virus y aislar a los enfermos.
Sin material
Sin embargo, los equipos de visitas domiciliarias comenzaron su trabajo a un ritmo lento. Los voluntarios del Centro de Salud de Murray, en Freetown, explicaron que no recibieron los kits de jabón, pegatinas y folletos que deben entregar.
“Esto significa que vamos a llegar a menos hogares de los previstos”, explicó uno de los voluntarios. Otros se preguntan si dará tiempo a realizar toda la campaña informativa sobre el ébola.
Además, en muchas ocasiones trabajadores sanitarios y voluntarios se encuentran con desconfianza de las comunidades locales cuando acuden para informarles sobre el brote de ébola.
