El presidente estadounidense, Barack Obama, participó ayer en los actos en recuerdo del desembarco de Normandía, el Día-D, que reivindicó como «cabeza de playa de la democracia». En especial, el mandatario hizo alusión a los 9.387 soldados estadounidenses muertos en la ofensiva, principio del fin del nazismo en la Europa occidental. «¿Qué mejor expresión del compromiso de EEUU con la libertad que la de las oleadas y oleadas de jóvenes subiendo a los barcos para liberar a personas que no conocían de nada?», afirmó Obama durante su intervención en el Cementerio-Monumento Estadounidense situado justo sobre la denominada playa Omaha. «Lo decimos hoy como si no hubiera ninguna otra forma, pero en los anales de la historia nunca se había visto nada parecido», señaló.
Asimismo, aprovechó para elogiar a los veteranos de conflictos más recientes como los de Irak y Afganistán. «Esta generación, la generación de militares del 11-S, también han sentido la llamada. Y respondieron con un Yo voy. Ellos eligieron servir a una causa más grande que ellos mismos, muchos incluso después de saber que su vida correría peligro», destacó.
Obama cumplía así con la tradición de asistir a las conmemoraciones del Día-D cada 10 años, iniciada en 1984 por Ronald Reagan y perpetuada por Bill Clinton y George W. Bush.
unidos por la lucha. Por su parte, el dirigente galo, François Hollande, agradeció todos los sacrificios de los soldados norteamericanos y aseveró que la amistad entre ambas naciones «afirma la fortaleza de los derechos humanos ante el odio y la tiranía».
«París y Washington siguen luchando juntas hoy contra el fundamentalismo, el terrorismo y el racismo», añadió Hollande, que habló de un cariño especial de los galos por su aliado transatlántico, que se combina con el amor de ambos países por la libertad.
Pero las conmemoraciones de este año se ven marcadas por el conflicto en Ucrania. Por primera vez desde la anexión de Crimea por parte de Rusia, el presidente ruso, Vladimir Putin, se vio cara a cara con los líderes occidentales con los que se enfrentó por la crisis. Putin tuvo encuentros bilaterales el pasado jueves con el primer ministro británico, David Cameron, y con Hollande, y ayer discutió con Angela Merkel.
Hollande recibió a los mandatarios en el castillo Benouville, un símbolo de la resistencia francesa ante los nazis, en un evento en el que estuvo presente también la reina Isabel II de Inglaterra. La ceremonia más importante se desarrolló por la tarde en la playa de Sword, en memoria del desembarco de los 130.000 militares aliados.
Pero la jornada dio mucho de sí. La mañana comenzó con un acto en el que Hollande inauguró un monumento a las víctimas civiles en Caen. Es la primera vez que se erigió un recordatorio propio a los 20.000 galos que perdieron la vida por los bombardeos aéreos de los aliados durante el Día D y las semanas que siguieron. «Estos bellos paisajes que vemos hoy intactos fueron el escenario de caóticos combates», señaló Hollande. «Aquí chocaron dos millones de soldados, en medio de un millón de civiles que estuvieron aterrorizados durante semanas», añadió.
