La difícil situación por la que atraviesa Ucrania obligó ayer al Gobierno interino de Kiev a reintroducir el servicio obligatorio en el país para enfrentarse «al peligro para la unidad territorial y la intromisión en asuntos internos de la nación», tal y como aseguró el presidente, Alexander Turchinov.
Según este decreto, los hombres de entre 18 y 25 años deben volver a hacer la mili después de que hace apenas medio año se anulara esta prestación, y serán convocados entre mayo y junio.
La nueva ley tiene en cuenta el empeoramiento de la situación en el sur y el este de la exrepública soviética, así como la «agresión desnuda» de las milicias prorrusas, según añadió Turchinov.
Y es que la operación antiterrorista emprendida por el Gobierno y la recientemente formada Guardia Nacional no ha tenido los resultados esperados. Las tropas están mal equipadas y carecen de motivación, según un informe gubernamental que ha obligado a tomar esta decisión.
Y, mientras, los separatistas continúan extendiéndose por la parte oriental del país. De hecho, en Donetsk, cientos de activistas atacaron un edificio del Ministerio de Justicia y obligaron a las Fuerzas de Seguridad a retirarse.
Los policías entregaron sus escudos y bastones y tuvieron que abandonar el recinto a través de un «corredor de la vergüenza» creado por los manifestantes. Los separatistas ondearon en el techo del edificio la bandera de la autoproclamada República Popular de Donetsk tras unos disturbios en los que, según los medios locales, hubo heridos en ambos bandos.
Antes de atacar la fiscalía en Donetsk, los separatistas, algunos de ellos enmascarados, habían lanzado cohetes y piedras contra los soldados apostados allí. Un vehículo acorazado de las tropas nacionales tuvo que dar marcha atrás después de ser atacado por activistas.
Por otro lado, los rebeldes aseguraron que habían liberado a dos miembros de los servicios secretos ucranianos que mantenían retenidos y a los que intercambiaron por algunos de sus seguidores.
Los que todavía permanecen capturados son los siete miembros de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), secuestrados hace una semana en Slaviansk por los separatistas, por lo que la canciller alemana, Angela Merkel, pidió ayuda al presidente ruso, Vladimir Putin, para que interceda en la puesta en libertad de los observadores, la mayor parte de ellos de nacionalidad germana.
Mientras tanto, Putin aprovechó su conversación con Merkel para proponerle la retirada del Ejército ucraniano del sureste del país, el fin de la violencia y la apertura de un proceso de diálogo nacional para resolver la crisis en la exrepública soviética.
Por su lado, la jefa del Ejecutivo de Berlín descartó la posibilidad de una intervención militar en el marco de la disputa entre Moscú y Kiev y aseguró que espera que la diplomacia de la Unión Europea pueda ayudar a poner fin a un conflicto que se alarga ya varios meses.
