El Papa Francisco defendió ayer el celibato para los sacerdotes, pero mantuvo que «la puerta está siempre abierta» al cambio. «El celibato no es un dogma», aseveró el Pontífice a los periodistas en el avión que le trasladó de vuelta a Roma, tras la visita que ha llevado a cabo por Oriente Próximo.
Así, al ser preguntado sobre si la Iglesia Católica podría algún día permitir que sus Ministros se casen, como ya ocurre en otras confesiones cristianas, el Obispo de Roma insistió en la posibilidad de futuras modificaciones en este sentido, con comentarios similares a los que ya hizo cuando era arzobispo de Buenos Aires.
«El celibato es una regla de vida que aprecio mucho y creo que es un regalo para la Iglesia, pero ya que no es un dogma, la puerta siempre está abierta», señaló en referencia a esta tradición que se remonta cerca de 1.000 años atrás.
El pronunciamiento del Papa se conocío días después de que saliera a la luz que un colectivo de 26 mujeres le había escrito una carta para solicitarle una revisión de la disciplina del matrimonio para los religiosos, pues habían vivido a vivían una relación sentimental con un sacerdote y querrían hacerlo sin ocultarse.
La Santa Sede no había hecho por el momento comentario alguno sobre esta misiva. En ella, las féminas que se dirigían al Pontífice aseguraban ser «un grupo de mujeres que escribe para romper el muro del silencio y de la indiferencia con el que nos topamos cada día. Cada una de nosotras mantiene, ha mantenido o querría mantener una relación sentimental con un sacerdote».
En la Iglesia Católica de rito latino, el celibato eclesiástico, es decir, la renuncia a poder casarse y la promesa de castidad, es obligatorio para sus Ministros desde el II Concilio de Letrán, en 1139. No lo es, por el contrario, en las confesiones católicas de rito oriental.
En su día, el predecesor de Francisco, Benedicto XVI, se mostró tajante sobre el papel del celibato en la institución romana. Ratzinger, de quien se sabe que en su juventud tuvo dudas sobre esta disciplina, llegó a defender el «valor sagrado» de este voto, aunque también reconoció que no se trataba de «un dogma».
¿OTRO PONTÍFICE EMÉRITO?
El Papa, que en la actualidad tiene 77 años, apuntó también que, en el caso de que su salud no le permita dirigir adecuadamente a los 1.200 millones de católicos que integran la Iglesia, estará «abierto» a retirarse como ya hizo su predecesor, pues considera que el concepto de Papa Emérito podría ser algún día normal en la institución.
«Haré lo que el Señor me diga que haga», concluyó, y añadió que «creo que el de Benedicto XVI no es un caso único y que lo veremos como alguien que abrió una puerta». Asimismo, Francisco explicó que el hecho de que la gente viva más ha hecho que sea más probable que un Pontífice renuncie por motivos de salud.
Benedicto se convirtió en el primer Santo Padre desde la Edad Media en renunciar, cuando voluntariamente dejó el Pontificado en febrero del año pasado.
Tolerancia cero contra los abusos
El Papa Francisco afirmó que los abusos sexuales cometidos contra niños por parte de sacerdotes son un crimen comparable con las «misas satánicas» y anunció un primer encuentro con víctimas en el Vaticano, que tendrá lugar a principios del próximo mes de junio. Así, advirtió de que va a tener «tolerancia cero» con cualquier persona de la Iglesia Católica que haya cometido este tipo de acciones contra menores, incluidos los obispos, e insistió en que «no habrá chicos de papá» ni privilegios. De hecho, el Pontífice recordó que tres obispos se encuentran actualmente bajo investigación.
«El abuso sexual es un crimen horrible, porque un sacerdote que hace esto traiciona el cuerpo del Señor. Es como una misa satánica», apostilló, en un discurso duro con esta lacra. En este contexto, desveló su intención de celebrar una reunión con ocho víctimas de esta lacra, el primer acercamiento de este tipo desde el inicio de su pontificado en 2013.
