A pesar de la concesión del Gobierno de Turquía, que anuló el pasado domingo la orden de construir un centro comercial en la emblemática plaza de Taksim de Estambul, una decisión que motivó las primeras protestas en contra de la política del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, los ciudadanos volvieron ayer a las calles para continuar reclamando la marcha del premier.
En las calles de la capital se registraron, por cuarta jornada consecutiva, violentos incidentes por parte de las Fuerzas de Seguridad contra los manifestantes, que, a última hora de la tarde y al grito de «Tayyip dimisión» y equipados con banderas y silbatos, ocuparon la plaza, que había sido desalojada el pasado sábado por la Policía.
Además, a primera hora del día, un hombre falleció tras ser atropellado por un automóvil que ignoró las advertencias de frenar debido a la presencia de manifestantes. A pesar de que Amnistía Internacional ya había hablado de dos víctimas mortales, éste es el primer deceso confirmado por el Ejecutivo.
Mientras, en Ankara, los agentes emplearon gases lacrimógenos contra los miles de ciudadanos, en su mayoría jóvenes, que se concentraron en la plaza Kizilay para exigir la renuncia inmediata de Erdogan, al que acusan de «dictador».
En esta ciudad, las organizaciones denunciaron la detención de más de 1.500 personas a lo largo de estos últimos cuatro días, mientras que cifraron en casi un millar el número de heridos, entre manifestantes y agentes, a causa de las revueltas.
Mientras tanto, los servicios secretos turcos están investigando la posible implicación de potencias extranjeras en las manifestaciones y disturbios registrados en el país, tal y como desveló el primer ministro. «Nuestra Inteligencia está trabajado para determinar la intervención de agentes extranjeros. Por el momento, no se pueden revelar los nombres, pero hemos tenido reuniones con sus responsables», afirmó.
Erdogan también acusó a «elementos extremistas» de organizar las concentraciones y respondió a las peticiones de contención lanzadas desde la comunidad internacional. «Quienes aconsejan moderación deben ser moderados ellos mismos en primer lugar», indicó.
Además, instó a la «calma» a la población y pidió a los turcos que no se dejen provocar por los «elementos extremistas» porque «todo esto se superará».
El premier también quiso dejar claro que, a pesar de que algunos han denominado Primavera Árabe a los incidentes registrados en la nación, no se trata de una revuelta similar a la que se registró en otros Estados, como Egipto o Libia: «Aquellos que llaman a estos sucesos la Primavera turca no conocen realmente Turquía», señaló minutos antes de partir de viaje oficial a Marruecos.
Por su parte, el presidente del país, Abdullah Gül, recordó que la «democracia no significa solo celebrar elecciones». «Vivimos en una sociedad abierta» en la que se deben expresar diferentes opiniones, aunque «siempre desde el respeto mutuo», agregó.
Asimismo, informó de casi un millar de manifestantes detenidos en 67 provincias y, en cuanto a los heridos, informó de que hay seis personas que están recibiendo cuidados intensivos, cuatro de ellos en Estambul y los otros dos en Ankara. «Cuatro de ellos están graves», explicó, para, a continuación, hacer un llamamiento a la calma.
