De la mano de la AFS podemos todos los años conocer y descubrir, en muchos casos, y siempre sorprendernos y disfrutar de las obras de las fotógrafas y los fotógrafos más creadores e innovadores del panorama tanto nacional como internacional. Baste recordar, a título de ejemplo, que en la edición FotoSegovia de este curso hemos podido ver la obra de Fernando Bayona, Ángel Marcos, Gianfranco Tripodo, Víctor Saboya, Rafael Fernández, Sofía Santaclara, Alberto Espinosa o Miguel Oriola, entre otras y otros creativas/os, bien en exposiciones o participando en talleres presenciales.
Pero de forma modesta y casi perdida en la inmensidad del programa FotoSegovia 2013 aparece la exposición «Hasta donde alcance la mirada», colectiva de piezas únicas de algunas y algunos fotógrafas y fotógrafos de la AFS que aún podemos ver y disfrutar en Palacio Quintanar. No se confundan, pues en su modestia es una cuidada y exigente exposición temática, tan diversa como coherente, sobre la fotografía panorámica («Verja de Madrid», de Javier Orrasco y «No-lugar», de Eulalia Martínez).
Y ya saben, la panorámica es ante toda una decisión, un criterio, más aún una actitud y un valor, como siempre nos recordaba O. Welles cuando tenemos que decidir dónde y cómo poner la lente, el ojo. En sí misma la panorámica es ya una opción de ver, de componer y de representar, al fin, el entorno que emerge de la esa voluntad de captar la luz y transformar el medio en mundo (G. Deleuze), las manchas en signos y los signos en elementos fundamentales de un lenguaje con significado, sea de emociones o fantasías, de tensiones o libertades. Fíjense en «Introspección» (2001) de Belén Antequera o en «Cancilla» (2012) de Javier Enjuto.
La panorámica es más que género, más que formato, más aún que soporte, tal vez sea el modo de ver más típico y exitosamente humano y del que posiblemente hemos obtenido más grandes réditos en la supervivencia de esta peculiar especie visual («Música en Penn Station (2009), de Juan Luis Misis). Como decía M. Harris somos el animal que hacemos barridos visuales sobre el horizonte garantizando por anticipación la supervivencia («Visión de pastor» (2013), de Javier Herrero). Por insistencia aprendimos después a contemplar el derredor y convertir el horizonte en paisaje, el miedo en placer (S. Sontag) («S/T: Serie SG-09» (2012), de Colectivo Veracruz), la sospecha en contemplación.
Somos panorámicos, nuestra mirada es horizontal, de ahí que la memoria sea dispersa, longitudinal y envolvente («Desorientada» (2013), de Mara Ruiz Antequera). Hay una mirada panorámica objetiva, de especie, de profundidad, que lentamente se va mutando en mirada panorámica subjetiva, de humanidad, de cultura, también de intimidad («Por la calleja de la lobería» (2012), de Alfredo Moreno). Posiblemente la panorámica subjetiva sea la mirada más libre y placentera, más respetuosa e igualitaria. Ponemos el ojo a la altura misma de nuestros deseos y los compartimos solidariamente con los demás de igual a igual («Sueños sin cumplir» (2013), de José Luís Haces). De los románticos a los realistas, de los veristas a los abstractos, la panorámica nos humaniza.
Toda panorámica nos invita a la serenidad, a la observación paciente. Nos sugiere que veamos de nuevo lo ya visto y precisamente en esta invitación nada forzada surge una placidez y una elegancia fuera de lo común («Insignificancia» (2013), de Gustavo A. del Campo).
Efectivamente «Hasta donde la mirada alcance», como tema de la exposición, es un acierto y un guiño, una actitud y no sólo unas medidas de encuadre. Un perfecto ejemplo de cómo tamaño y formato se distinguen y diferencian. La mirada panorámica nos suaviza la visión y nos reconcilia el ánimo. En esta serena horizontalidad encontramos la emoción necesaria y el equilibrio profundo de una vivencia del paisaje, exterior o interior, género democrático por excelencia («House» (2012), de Tony Yagüe).
Se pretendía con esta exposición que descubriéramos el talento laborioso y sensible de las creadoras y los creadores más cercanos en la fotografía. Sobran demostraciones, la exposición aún se muestra. Véanla.
LUGAR: Palacio Quintanar
Plaza del Conde de Cheste, s/n. Segovia 40001
Del 1 de marzo al 27 de julio de 2013
HORARIO: Martes a sábado,
de 11’00 a 14’00 hs. y
de 17’00 a 20’00 hs.
Domingos, 11 a 14 hs.
Lunes y martes por la mañana, cerrados.
