El nuevo Papa, llamado Francisco a secas, es un hombre de costumbres. Así lo ratificó en sus primeras horas de Pontificado, durante las cuales continuó con su sencillo estilo de vida, antes de hacerse a las rutinas propias del cabeza de la Iglesia Católica.
Su elección sorprendió a los expertos vaticanistas, que no le incluyeron en las quinielas de candidatos a Obispo de Roma, e, incluso, a él mismo. Así se desprende del hecho de que tuviera que regresar a la Casa Internacional del Clero, donde se alojaba cada vez que viajaba a Roma y en la que tenía sus pertenencias. Todo listo para regresar a su Argentina natal.
La sencillez de este jesuita, que en Buenos Aires residía en un piso y no en el Palacio Arzobispal, quedó de nuevo manifiesta, ya que, según detalló ayer el cardenal austríaco Christoph Schönborn, después de la presentación ante los creyentes en la Plaza de San Pedro, volvió en autobús hasta su alojamiento. «Los empleados del Vaticano estaban especialmente impresionados», explicó el arzobispo de Viena.
Después de pasar la noche en la Casa Internacional del Clero, y tras dirigirse a la Basílica de Santa María la Mayor, donde realizó su primera ofrenda a la Virgen, abonó su estancia «para dar ejemplo». Así lo desveló el jefe de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, quien precisó también que, por lo que se ha podido percibir en la actuación y forma de ser de Francisco -que habla español, italiano, inglés, francés y alemán-, «ha llegado un nuevo estilo de cercanía» a la Iglesia, algo que ejemplificó al señalar los medios de transporte que utiliza el argentino, que aún no ha querido usar el coche oficial que le corresponde con su nuevo cargo.
Asimismo, el portavoz de la Santa Sede indicó que «en los próximos días» Jorge Mario Bergoglio se instalará en el apartamento pontificio.
Además, sobre cómo conciliar la seguridad con el estilo del nuevo Papa, explicó que «la salvaguarda está en función del estilo pastoral que adopta Su Santidad» de forma que «no es el Obispo de Roma el que se encasilla en unas normas rígidas, sino la seguridad a su servicio». En este sentido, recordó cómo Juan Pablo II se saltaba el protocolo y se acercaba a la gente.
En cuanto al estilo que apuntan sus primeras palabras y gestos, Lombardi señaló que «todavía es muy pronto» y que hay que tener más elementos de juicio para hacer una valoración que no sea superficial. Sin embargo, recordó que este Vicario de Cristo tiene «una trayectoria muy de ejercicio pastoral directo al frente de una gran diócesis como la de Buenos Aires y de una relación muy directa con el pueblo, con los más humildes y sencillos».
El Pontífice ya dio muestras de su estilo el pasado miércoles cuando apareció ante los fieles que le esperaban en la Plaza de San Pedro. Entonces pudo vérsele con una sotana blanca y una cruz de plata como único elemento decorativo. Es más, renunció a ponerse la muceta roja de armiño, que sí había utilizado su antecesor en el cargo tras su designación en abril de 2005. Un gesto que fue calificado por Schönborg, quien sí figuraba entre los papables, como una «sorpresa positiva», al tiempo que indicó que espera del nuevo jefe de la Iglesia Católica un pontificado marcado por la sencillez y la ausencia de complejidad.
«Y, seguramente, tiene preparadas varias sorpresas más», concluyó el austríaco.
