Máxima Zorreguieta Cerruti se convirtió ayer en la reina de Holanda, un hecho que firma dos hitos: ser la primera monarca europea de origen argentino y abrir el camino a sus compañeras de generación (Mary de Dinamarca, Letizia de España o Mette-Marit de Noruega) al subir al trono siendo una plebeya.
La consorte de Guillermo Alejandro, de 41 años, se casó con su marido, al que conoció en la Feria de Abril de Sevilla en 1999, en el año 2002. Desde entonces, ha ocupado un importante hueco en la actualidad del país neerlandés, al que ha representado con sobriedad, pero también con elegancia por todo el mundo.
Ayer, en el que fue uno de sus días grandes, la sudamericana no falló ni defraudó a los gurús de la moda. En ninguna de sus dos elecciones.
Durante la ceremonia de abdicación de Beatriz, la entonces todavía princesa se decantó por una creación de la casa belga Natan en tono nude, con mangas al codo y lazada en un hombro. Una cinta rematada con broche lateral marcaba su figura, estilizada para esta ocasión.
Horas después, Máxima eligió un llamativo modelo en azul cobalto, conocido en holandés como azul real. Un color que también llevaron sus tres hijas y su suegra, todas ellas conjuntadas y apartadas del naranja nacional.
La argentina optó por el diseñador neerlandés Jan Taminiau, que diseñó para la monarca un modelo con capa y zapatos a juego, con adornos de encaje y pedrería en el cuerpo y la falda.
En el pelo, con recogido bajo, llevaba una diadema con diamantes que fue encargada por Guillermo III para su mujer.
Por su parte, Guillermo Alejandro no se enfundó el tradicional uniforme militar, sino que vistió de frac y pajarita blanca.
A la ceremonia acudieron diversos representantes de las Casas Reales de Europa, Asia y África. Entre ellos, destacaron los Príncipes de Asturias. Don Felipe, con el uniforme de gala de la Armada española. Doña Letizia, con un Felipe Varela de color titano, no dejó a nadie indiferente con el tocado elegido para la ocasión.
Los herederos de Suecia, Bélgica, Dinamarca y Noruega, grandes amigos de los protagonistas del evento, tampoco faltaron a la cita, en la que la atención la acaparó la princesa de Japón, Masako, que reapareció en un acto oficial en el extranjero tras 11 años de ausencia debido a la depresión que sufre.
El único soberano que estuvo en Ámsterdam fue Alberto de Mónaco, debido a que su cargo no es de rey, sino de príncipe.
