Si hay alguien a quien la crisis no le ha sentado nada mal es a este gurú de la Economía que ya bordea los 80 años: conferencias por todo el mundo, televisión, anuncio de gasolineras y cinco libros que se han vendido como rosquillas. El último, El economista esperanzado, vuelve a robarnos una sonrisa ante tanto nubarrón. De propina, nos deja una frase para enmarcar: «El problema de este país no es que la gente no quiera pagar, es que no puede».
Ojalá algún día, o mejor dicho, en la próxima entrevista con Leopoldo Abadía -que ya llevamos unas cuantas-, hablemos de la crisis en pasado, como una batallita del tipo ¿Te acuerdas de cuando…? Pero mucho nos tememos que seguiremos llamando a la puerta de este experto tan simpático que debiera ser ministro por lo menos.
Dijo hace poco que a Merkel hay que ponerle en un altar… ¿Acaso ha perdido el juicio tras una solana en San Quirico?
Creo que la Merkel es la única persona que ha tomado las riendas de Europa, que es hacia donde llevamos 50 años queriendo ir. Ser europeo implica obligaciones, no solo derechos, y la Merkel es quien nos está recordando eso y la que nos está ayudando, con medidas muy duras, a que seamos europeos. Me parece una pieza fundamental y muy beneficiosa para nosotros. Creo que soy el único que lo dice.
Parece que la palabra solidaridad no está en su diccionario.
Es que creo que Europa ha sido muy solidaria con España durante muchos años. Pero ahora hay que ponerse las pilas. Hemos recibido cientos de subvenciones para llevar a cabo proyectos que, a toro pasado, hemos visto que eran innecesarios. La UE nos fue muy bien cuando las cosas iban bien. Ahora que nos piden una serie de esfuerzos, no podemos llamarles insolidarios.
Mi tío José Luis, que lleva viviendo en Alemania casi 60 años, siempre me dice lo mismo: imagínate que vas paseando por la playa y ves a un señor que se está ahogando. Un germano saldría pitando o gritaría pero jamás se metería en el agua.
Dependerá, obviamente, de muchas cosas. Si le dicen que si el tipo que se ahoga hará que se puedan ahogar el resto de la familia del alemán, igual se lo replantea. La cosa está muy fea para todos, aunque para unos más que para otros, está claro. Si cae España dejan de cobrar sus deudas varios países europeos, entre ellos Francia.
¿Y no cree que son injustos con su actitud tras haber sido ayudados por Bruselas durante su reunificación? Me dicen que no se pringan con nadie porque no quieren pasar por el mal trago que soportaron.
Está demostrado que Alemania es una potencia imparable. Ha protagonizado las dos grandes guerras, ha sido derrotada y hundida en la miseria y siempre ha revivido. Tienen pulmón para ello: la industria es muy fuerte y, por ello, la economía tiene más oportunidades de reforzarse en menos tiempo. En El economista esperanzado explico qué significó la reunificación y cómo nos afectó.
Aquí en España ponen velitas para que Merkel sea desalojada en septiembre y vengan los socialistas, aunque parece que los malos son realmente los liberales, que son la bisagra…
De pronto, tenemos una memoria de pez. No hay más que ver que ahora miramos con cierta admiración a Felipe González y nos olvidamos de sus últimos años en España. Y vemos a la Merkel como la más mala del mundo porque nos está metiendo el dedo en la llaga. Es la hermana mayor que nos recuerda cómo se tienen que hacer las cosas y que se nos acabó la juerga. Pensar que con los socialistas eso cambiará es no entender nada: Europa solo tiene una salida.
¿A que no sabía que solo tienen un día de vacaciones por casarse?
Así les va y así nos va… Pero es que España no es Alemania. Nosotros no somos una superpotencia, hemos sido pobretones toda la vida y nos convertimos en ricos de forma ficticia, a base de crédito. Ahora que no hay dinero descubrimos, a bofetadas, que nunca fuimos ricos.
¿Por qué cambia de opinión y dice ahora que no al rescate?
No cambio de opinión, matizo: el rescate es un préstamo que hay que devolver. Digo que no si eso implica que los intereses los tendremos que pagar todos. Recuerda que cuando empezó a sonar, se planteaba como un préstamo a los bancos y que fueran ellos quienes lo devolvieran. Ahora ya sería algo que afectaría al conjunto de la ciudadanía.
¿No cree que con el rescate se obligaría de una vez a las regiones a que se comporten?
Sobre el papel, es muy posible: las reformas estructurales que nos exige Europa pasan por ello. Pero no nos da la gana. Cada autonomía de este país se piensa que es un país en sí mismo, y nos olvidamos de que forman parte de un todo. El rescate, por tanto, desde la visión de Europa, es a España, no a sus regiones.
Sé que tiene de vecino a Jordi Pujol. ¿Por qué no le intenta convencer de que se equivoca?
Las veces que hemos hablado me ha parecido una persona sensata. Pero parece que, en cuanto hay un micro de por medio, las sandeces salen de forma incontrolada. Con él y con todos.
Se habla de federalismo solidario, asimétrico… ¿Memeces?
A mí me gusta el modelo autonómico, pero actualizado. Hace más de 30 años nos pusimos de acuerdo para hacer la Constitución. Ahora hay que actualizarla, obviamente. Entre todos.
¿Cómo definiría, desde el punto de vista estrictamente financiero, la relación Cataluña-resto de España? ¿Quién gana?
Se necesitan ambas, nos necesitamos. Hay mucho mundo más allá. Pero está claro que las autonomías han hecho el bobo todo lo que han podido y que ahora no les gusta que les pongan en cintura. Cataluña tiene mucho potencial, pero creo que ha estado pésimamente administrada y, ante la poca capacidad de resolución del agujero económico, se han inventado un enemigo desviando el debate. Y Cataluña necesita a España como el comer.
En su último libro se le ve muy optimista.
Es que pienso que, si ocurren dos cosas muy concretas, salimos de la crisis en breve. Una es la hucha de los bancos europeos, que es de 800.000 millones de euros. ¡Y los tienen guardados! ¿Te imaginas ese dinero en circulación prestado a empresas para ayudarle a salir adelante?. El otro aspecto es la reforma estructural de las autonomías para cumplir el déficit.
Sí, sí. En octubre, el Consejo de Ministros se marcó ocho meses para reformar la Administración. ¿Y por qué no cuatro?
Es muy difícil, pero ojalá. En un territorio algo más pequeño que Texas como es España, tenemos 17 nacioncitas. Con su Parlamento, presidentes, su camisita y su canesú. Propongo un presupuesto base cero para cada Administración. Sobraría mucha gente y mucho organismo.
