Los comerciantes de la avenida de Padre Claret miran con escepticismo el nuevo arreglo de la calle, a la que regresó el tráfico el pasado 23 de agosto tras la finalización de las obras de reparación del pavimento. La opinión de que la avenida tendrá que ser de nuevo reparada es la conclusión que comparten la mayoría de los empresarios y trabajadores de los comercios de la zona .
Laura Vázquez, que ejerce como dependienta en la tienda de la gasolinera próxima al Acueducto, explica que el resultado final de las obras no le convence en absoluto. “La calle necesitaba un arreglo, como es bien sabido, pero para lo que han hecho, yo creo que no ha sido suficiente. La han dejado prácticamente igual, llena de baches y muy mal adoquinada”, asegura.
Por otro lado, a juicio de algunos trabajadores de establecimientos cercanos, el pavimento de la calzada sigue siendo ineficaz. Así lo cree la jefa de recepción del hotel Eurostar, Laura Herrero. “Sinceramente —sostiene— creo que, en breve, seremos testigos de un nuevo corte de la calle, pues el adoquinado utilizado no podrá resistir mucho el paso continuo de los autobuses urbanos, parece que este problema no tiene fin”.
Los comercios tuvieron la oportunidad de reunirse con responsables del Ayuntamiento, quienes les explicaron el plan de obra y de qué manera podía afectarles el desarrollo de los trabajos de reparación a sus negocios, dado que implicaban cortes puntuales de tráfico. La encargada de la tienda de la gasolinera considera que ha existido un mal procedimiento para arreglar los desperfectos. A su juicio, debería de haberse analizado con más detalle la causa de los problemas de baches y hundimientos que presentaba la calzada, con el fin de acometer una reparación definitiva y no un simple parcheo.
“Es cierto que tardaron menos de lo previsto para acabar las obras, ya que dijeron que la apertura al tráfico estaría lista para el día 12 de septiembre. Como explicaron a mi jefe en la reunión, el método para llevar a cabo el arreglo consistió en el mecanismo del parcheado”. “Yo estimo —añade— que cada año y medio las obras tendrán que reanudarse, sobre todo en las rejillas de afuera de las aceras, que con el peso de los autobuses urbanos, volverán a deteriorarse”. La empleada de la gasolinera también expresa su discrepancia con la decisión del Ayuntamiento de prohibir el tránsito de los vehículos de gran tonelaje, excepto a los autobuses urbanos. “Deberían de restringir y desviar el paso de algunos autobuses. Cada día circulan un gran número por esta avenida y, sinceramente, creo que afectan mucho al estado del pavimento”.
El turista vallisoletano José Antonio comparte esta misma opinión. “Me he fijado en el gran impacto que causan los autobuses cuando pasan por esta calle llena de parches. Creo que vehículos tan grandes ocasionarán daños posteriormente”, dice.
En el tiempo que la avenida Padre Claret ha permanecido cerrada al tráfico, los comercios han visto mermada parte de su actividad comercial. La dificultad para acceder a los establecimientos ha supuesto una reducción en el número de compradores.
Francisco Javier Mateo, propietario de la tienda especializada en bicicletas, ‘Bicimarket.com’, asegura que “mi negocio se vio afectado porque la gente no podía acceder al local con la facilidad habitual. Los clientes se veían obligados a aparcar más lejos y cuando tenían que traer la bici, lo hacían con los impedimentos correspondientes”.
La gasolinera de la avenida, recientemente acondicionada, también notó los efectos de las obras. Su empleada, Laura Vázquez asegura que “el corte afectó mucho a la marcha del negocio, ya que la avenida de Padre Claret, es una de las vías principales para los turistas que vienen a ver el Acueducto y de paso visitan nuestras instalaciones”. Según asegura, “durante el arreglo de la avenida, un gran número de personas no entraron a la gasolinera, entre otras cosas, porque la señalización para acceder a la gasolinera y al parking estaba muy mal hecha”.
Ha pasado más de una semana, desde que el tráfico regresara a la avenida Padre Claret, tras un mes de obras. La empresa Isolux, encargada del mantenimiento de la calzada, se mostró en un principio reticente a acometer la obra de reparación, alegando que el Ayuntamiento no le informó del intenso tráfico que iba a circular por la avenida. Finalmente, la constructora cedió ante la presión del Ayuntamiento, que advirtió que, en último caso, ejecutaría las obras de forma subsidiaria, pasando la factura a la empresa.
