Las personas detenidas por su supuesta implicación en la desaparición y muerte de Rosa de Andrés, la mujer de 48 años de Abades que vivía en La Higuera, se han cruzado las acusaciones en sus respectivas declaraciones ante la Guardia Civil y ante la juez.
De este modo, el Juzgado de Instrucción número 3 de la capital, donde se está llevando el caso, deberá dilucidar quién es el responsable de este trágico suceso que conmocionó a los vecinos de La Higuera y de Abades, que declararon luto oficial. Además salieron sus vecinos a la calle en señal de protesta y recuerdo a esta mujer que fue enterrada hace una semana. A consecuencia de este hecho la Guardia Civil ha detenido a varias personas, en total a seis. Algunas de ellas se encuentran en libertad con cargos, mientras que son tres las que permanecen en prisión preventiva.
A finales de noviembre la Guardia Civil detuvo a dos personas, un hombre y una mujer, que vivían en una furgoneta situada en una plaza de La Higuera. Unos días después, el 3 de diciembre, también fue detenido un hombre que residía en la casa contigua a la de Rosa de Andrés, en la calle Marota. Los tres detenidos tenían relación de amistad y a veces compartían incluso esta vivienda vecina a la de la víctima.
A los tres se les imputan distintos delitos. Entre ellos figuran el de encubrimiento, homicidio doloso, falsificación de documentos, robo con fuerza o allanamiento de morada. Los tres apuntan a otra persona, un hermano del que residía en la vivienda contigua y dueño de la misma, y a la que acudía de forma esporádica.
Para llevar a cabo la acusación, tanto particular como de la Fiscalía, la Guardia Civil de Segovia ha tenido que poner en marcha una compleja investigación que se inició en septiembre con la desaparición de la mujer.
Poco a poco y con muchas horas de trabajo fueron atando cabos para poder indagar si había sido una desaparición forzada o voluntaria. Hubo que descubrir la manipulación de documentos, como la venta fraudulenta del vehículo de Rosa de Andrés, que es de donde partieron las pesquisas. Luego tuvieron que descartar acusaciones falsas y argumentos peregrinos, que ahora se deberán resolver en el Juzgado.
La venta del coche lo evidencian las grabaciones de las cámaras de la Jefatura de Tráfico. El 10 de septiembre, tres de los imputados transfirieron el vehículo de Rosa María, un Fiat Punto de color rojo. No era la primera operación que tenía como fin la venta de bienes ajenos. El 8 de septiembre tres de los detenidos se presentaron en un establecimiento de compraventa de oro, en Segovia, para ofrecer diversas joyas.
Días después, el 17 de septiembre, uno de los implicados en el caso también vendió en Segovia un ordenador y una televisión, presumiblemente perteneciente a Rosa María, que luego quiso volver a recuperar, pero no fue posible. Algunos de estos efectos lograron ser recuperados después por la Guardia Civil como pruebas inculpatorias.
Los agentes de la Guardia Civil han tomado declaración en este tiempo a muchas personas, que han tenido alguna relación directa con la víctima. También han podido encontrar numerosas contradicciones entre los intervinientes en la venta del coche.
El teniente coronel Jiménez de la Guardia Civil, que compareció con la subdelegada del Gobierno, Pilar Sanz, para ofrecer información del suceso, no dudó en afirmar que la muerte de Rosa María se produjo de forma “violenta”.
Sobre tales cuestiones planean todavía numerosas preguntas. Aún están por llegar algunos informes científicos.
La vivienda de La Higuera también fue minuciosamente examinada en busca de más pistas. Faltaban dos ordenadores, una televisión y una sierra de calar. Y en el garaje se hallaron restos de sangre.
Uno de los detenidos, residente en Segovia, acusa a su propio hermano, (el vecino de Rosa) de tener implicación en el suceso porque vendió el coche. También apunta contra la pareja que vivía en la furgoneta porque pensaban huir el día en que la Guardia Civil entró a registrar la vivienda.
El hermano del primero sospecha que es éste —su hermano— quien pudo tener que ver con la muerte de Rosa, puesto que les oyó discutir y, a continuación, diversos golpes.
La pareja que vivía en la furgoneta y el parque público de La Higuera cargan también contra el primero y además le acusan de haberles tendido una trampa para incriminarlos.
La versión de los investigadores, por su parte, aporta pruebas técnicas de que esa noche ninguno de los tres últimos estuvo en la casa de Rosa.
La cuestión ahora es: ¿quién fue el último que vio con vida a Rosa de Andrés la noche del 6 al 7 de septiembre?
Últimas intervenciones
El Juzgado número 3 de Segovia ha tomado declaración esta semana a tres personas, bien por su supuesta participación o bien como testigos de la compra y transferencia del Fiat Punto rojo que pertenecía a Rosa de Andrés, la víctima.
Al parecer los tres llamados se ratificaron en sus declaraciones anteriores. Se trata de la primera persona que adquirió el vehículo y que se lo vendió uno de los detenidos que moraban la casa vecina de la víctima; y de otros que intervinieron posteriormente, ya que el coche se vendió dos veces en tres días.
El coche tuvo que ser intervenido por la Guardia Civil para ser examinado. Aunque a primera vista el Fiat Punto estaba «muy limpio», exhaustivos análisis realizados en el interior utilizando las nuevas tecnologías permitieron detectar restos de sangre humana tanto en el maletero como en el asiento del conductor y en el de su acompañante. Las pruebas de ADN que se remitieron demostraron que la sangre pertenecía a Rosa María de Andrés.
Además, la investigación mantiene que el coche se utilizó para trasladar el cadáver de la víctima desde su domicilio en La Higuera, hasta un paraje de Lastras del Pozo, donde se dejó enterrado bajo un montón de ramas y leña, cerca del río Moros. Un pastor que estaba por la zona encontró el 1 de noviembre, dos meses después de la desaparición, los restos que, también tras análisis de ADN, se comprobó que correspondían a Rosa de Andrés.
