Apenas dos días antes de la visita del presidente estadounidense, Barack Obama, a Oriente Próximo, el Parlamento israelí ratificó el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu, que aprovechó la presentación de su equipo para mostrarse dispuesto a llegar a un «compromiso histórico» con los palestinos.
La declaración de intenciones, no obstante, quedó ensombrecida después de que el ministro de Vivienda, Uri Ariel, prometiese que el Gabinete mantendrá la expansión de los asentamientos similiar a la ejecutada en la anterior legislatura.
Ajeno a esta polémica, que supondría una nueva edificación de cientos de viviendas en suelo musulmán, Netanyahu señaló que el país hebreo mantendrá sus tratados de paz con Egipto y Jordania, y que pretende alcanzar una «paz real» con Palestina que ponga fin al conflicto «de una vez por todas».
Eso sí, advirtió de que para alcanzar esa conciliación entre los territorios enfrentados, las partes tienen que comprometerse a ello.
Pese a sus declaraciones, el nuevo Gobierno será más duro con sus vecinos que el anterior, pues ministerios especialmente influyentes irán a parar a políticos que son claros defensores del movimiento colono. Y los musulmanes ya han señalado que solo quieren continuar las conversaciones de paz si Israel interrumpe la construcción de asentamientos.
Además el exministro de Exteriores Avigdor Lieberman aseveró que no espera ningún gran avance en el proceso de paz. «En los últimos cuatro años no hubo avances y en los próximos cuatro años tampoco habrá», indicó el socio más importante del premier. Su partido, el ultraderechista Israel Beitenu no aprobará en ningún caso una moratoria de asentamientos. Netanyahu asumirá, precisamente, las labores de diplomacia en el nuevo Gobierno para no sustituir a Lieberman, que tiene que responder ante los tribunales por acusaciones de deslealtad, pero que después quiere volver a su puesto.
Entre los retos a los que se enfrenta este recién compuesto Gabinete, «los mayores desde la fundación del Estado», en 1948, como apuntó el primer ministro, se encuentran las relaciones con Irán.
«Teherán sigue aspirando a una bomba atómica. La existencia de Israel sigue en peligro, la seguridad de sus ciudadanos tiene la mayor prioridad», explicó.
Sin embargo, se espera que el nuevo Ejecutivo se vuelque más en temas de política interior, como la exigencia de un servicio militar obligatorio general o la bajada de los altos costes de la vida.
