El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, inicia hoy sus vacaciones. Pero, antes de marchar a descansar con su familia a la exclusiva isla de Martha’s Vineyard, el líder demócrata anunció ayer una serie de medidas para garantizar una mayor «transparencia» en los programas de vigilancia del país, duramente cuestionados por la opinión pública norteamericana y también internacional a raíz de las revelaciones del exasesor de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden.
«No basta que yo, como presidente, tenga confianza en estos sistemas, también los ciudadanos deben tenerla», señaló el inquilino de la Casa Blanca.
Según explicó, además de ordenar a las diversas agencias de Inteligencia una mayor «transparencia», también pretende dar pasos concretos a su regreso para promoverla de forma activa.
En concreto, la Casa Blanca impulsará una reforma de la Sección 215 de la Ley Patriota, la legislación antiterrorista aprobada bajo el mandato de George W. Bush y poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono. Esta sección es la que regula la recolección de metadatos, como los registros de llamadas telefónicas y navegación por internet. En ese sentido, Obama aseguró que el Gobierno no tiene «ningún interés» en espiar a los estadounidenses corrientes.
Asimismo, anunció la creación de un grupo de expertos «independiente» que deberá revisar las tecnologías y técnicas de vigilancia para «asegurar que no se cometen abusos». Este equipo deberá entregar al presidente un informe preliminar en 60 días y uno más completo antes de que finalice el año.
Además, y como era de esperar, el dirigente se refirió a Edward Snowden, del que aseguró, duda de que sea «un patriota» después de haber filtrado información clasificada, ya que, según agregó, «ha sido acusado de tres delitos». «Si cree que lo que hizo es correcto, entonces, como cualquier ciudadano estadounidense, puede venir aquí, comparecer ante el tribunal con un abogado y defender su caso».
Esta polémica ha avivado en las últimas semanas los vínculos entre EEUU y Rusia, después de que Moscú concediese asilo político al topo y Obama cancelase una reunión bilateral. Ayer la tensión creció después el presidente anunciase que se tomará «una pausa» en sus relaciones bilaterales para «reevaluar» las mismas.
