Después de tres días de vigilia, Venezuela celebró ayer el funeral de Estado de su «comandante, presidente y guía» Hugo Chávez, en una despedida a la que acudieron más de 30 jefes de Estado y Gobierno y que fue secundada por decenas de miles de personas en las calles.
En el sepelio, encabezado por la familia del difunto, su sucesor en el cargo, Nicolás Maduro, pronunció un encendido discurso en el que prometió al fallecido mandatario seguir con «la revolución bolivariana». «La batalla continúa», remarcó en su mensaje.
«Comandante, no pudieron contigo, no podrán con nosotros jamás», añadió entre lágrimas.
El acto se celebró en la estancia conocida como Casa de los Sueños Azules, donde Chávez se refugió en 1992 cuando dio un golpe de Estado para expulsar del poder al entonces Gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Los representantes de las 54 delegaciones que acudieron al funeral realizaron una guardia de honor junto al féretro. En la primera, participaron los presidentes de Cuba, Raúl Castro; Bolivia, Evo Morales; Nicaragua, Daniel Ortega; Chile, Sebastián Piñera; y Ecuador, Rafael Correa, entre otros.
El Príncipe de Asturias, que encabezaba la representación española, participó en la tercera, en la que también estaban presentes, entre otros, los mandatarios de México, Enrique Peña Nieto; Uruguay, José Mujica; Panamá, Ricardo Martinelli, y Perú, Ollanta Humala. Don Felipe fue presentado como «representante de los países amigos».
Previamente, Maduro, y el ministro de Defensa, Diego Molero, entregaron de forma póstuma una réplica de la espada del líder independentista Simón Bolívar.
Durante toda la ceremonia, se produjeron gritos en favor del presidente fallecido y su legado tras 14 años al frente del Gobierno. Entre los invitados, también se encontraba el reverendo Jesse Jackson y el actor Sean Penn.
El sucesor de Chávez, que horas después del sepelio juró como presidente encargado del país, tomó la palabra para agradecer a todos los dirigentes internacionales que acudieron a Caracas su «apoyo y solidaridad» con Venezuela en estos momentos «duros y trágicos». «Estamos enfrente de él como nunca hubiéramos querido estar. Con el dolor más inmenso que pueda caber en nuestra humanidad, aquí estamos comandante», declaró.
Maduro explicó que el comandante falleció el pasado martes porque su «alma y su espíritu latían tan fuerte que ya su cuerpo no lo aguantaba» y defendió la fortaleza con la que gobernó y con la que afrontó la enfermedad.
«No ha habido líder en la Historia de nuestra patria más vilipendiado que nuestro amado presidente», lamentó Maduro, para quien «jamás se mintió tanto sobre un hombre». «Ni aquí ni en el mundo», apostilló.
Sin embargo, según agregó, con Chávez «no pudieron ni las mentiras ni el odio» porque «tenía un escudo de pureza» que le «salvo de la injuria, de la infamia». «Comandante, no pudieron contigo, no podrán con nosotros jamás», destacó el nuevo jefe del Estado, entre lágrimas, en la parte más exaltada de su largo discurso.
Además, enumeró parte del «legado» dejado por el líder bolivariano, a quien agradeció sus esfuerzos por «redescubrir la historia» y por «enseñar el amor y el perdón».
Maduro mencionó como principal «testamento» del fallecido la Constitución, «palabra suprema de la patria» y «carta de paz» para hacer «revolución democrática». «¿Qué van a hacer ustedes cuando yo me muera? ¿Cómo van a hacer?», decía Chávez, citado por su número dos. «¿Qué vamos a hacer nosotros? Continuar, seguir juntos, con su Constitución, con su ejemplo y con nuestro amor», agregó.
De este modo, aclaró que el difunto mandatario «dejó todo arreglado» en vida y ahora, la revolución bolivariana depende de sus herederos políticos: «Ya queda de parte nuestra si lo hacemos o no lo hacemos».
Ese futuro del país pasa, precisamente, por Nicolás Maduro, quien horas después del sepelio tomó posesión de la Jefatura del Gobierno, a la espera de que se celebren las próximas elecciones en el país, en las que será candidato.
Para ello, el Tribunal Supremo de Justicia dio su visto bueno a esta nueva situación, prohibida por la Carta Magna de Venezuela, que estima que debe ser el presidente de la Asamblea Nacional, en este caso Diosdado Cabello, quien asuma el Ejecutivo. Esta decisión judicial provocó que los diputados de la oposición no acudieran a la toma de posesión.
