Los detenidos por su presunta relación con la desaparición y muerte de Rosa de Andrés, cuyos restos mortales fueron enterrados el pasado sábado, poseían en su domicilio de La Higuera, varias armas blancas como catanas, pequeñas espadas, un puñal, y otros efectos como dos carabinas de aire comprimido, y un arma simulada como una pistola que en realidad era un mechero.
Así lo revela la investigación que se está realizando para esclarecer lo ocurrido en este suceso que acabó con la vida de la mujer, nacida en Abades y residente en La Higuera. Allí había comprado una vivienda junto a su exmarido.
Muchas circunstancias están aún por resolver, y en el Juzgado se sigue tomando declaración a algunos de los imputados. Unos se encuentran en prisión y otros están en libertad con cargos.
En el domicilio en el que residían los ahora internados en centros penitenciarios de Segovia y de Ávila, se encontraron diferentes armas blancas.
Se trata de la vivienda contigua a la de Rosa de Andrés, donde vivía sola. En este chalé colindante residía uno de los arrestados, y de forma esporádica también entraba una pareja que también se la implicado con el caso. Estos dos últimos llegaron de Bilbao y estuvieron viviendo en una furgoneta en un parque público del pueblo. Ninguno de los tres es el dueño de la vivienda. Los tres se encuentran en prisión preventiva. También se encuentra imputado en el caso el dueño de la casa, aunque su residencia la tiene en Segovia capital, y pasaba de forma esporádica por La Higuera.
En el registro que realizó la Guardia Civil con personal del Juzgado de instrucción se incautaron tres catanas largas, cuatro cortas de tipo daga, un cuchillo de monte, un puñal, un mechero con forma de pistola, y dos carabinas de aire comprimido. Todas estas armas blancas han sido depositadas en la oficina de Intervención de Armas de la Guardia Civil por si pudieran tener relación con el trágico suceso.
La entrada en la vivienda se realizó a comienzos de octubre, después de que el equipo de investigación sospechara de la relación de sus moradores con la desaparición de Rosa de Andrés. Con la correspondiente autorización judicial, los agentes de la Guardia Civil inspeccionaron la vivienda. Antes habían analizado numerosas circunstancias que hacen de este caso un auténtico episodio digno de un capítulo de la serie CSI.
Entre otros aspectos vieron que algunos de los residentes en la vivienda habrían participado en la venta del vehículo de la víctima, que quisieron deshacer de las joyas y otros efectos personales que ella tenía en casa, como un ordenador y otros aparatos electrónicos. También por ello se imputó a otro hombre que adquirió en primera instancia el vehículo por un valor de 2.000 euros. Tres días más tarde éste lo traspasó a un tercero por 2.600 euros, aseguró.
El turismo, un Fiat Punto de color rojo, fue recuperado por la Guardia Civil al sospechar de su venta fraudulenta y que se habría falsificado la firma de la auténtica propietaria. Ni familiares ni amigos de Rosa sabían de su intención de deshacerse del vehículo y además lo necesitaba para desplazarse a diario hasta El Espinar, donde participaba en un curso de formación para desempleados.
En las mismas fechas en que se inspeccionaba la vivienda de los ahora detenidos, los investigadores encontraron muestras de sangre humana, tanto en el maletero del vehículo, como en la parte del conductor y del acompañante. Todo a pesar de que el vehículo había sido sometido a limpieza en un lavadero situado junto a una gasolinera de la capital. También se recogieron restos de sangre encontrados en la vivienda de Rosa. Tras someterlos a análisis se comprobó que coincidía su ADN.
Ello permitió pensar que Rosa de Andrés murió de forma violenta en su propio domicilio, y que su cuerpo fue trasladado a algún lugar en su propio turismo.
Unas semanas después, un pastor encontró en el término de Lastras del Pozo, restos humanos que, más de un mes más tarde, se comprobó que correspondían al cuerpo de Rosa María de Andrés.
