La niebla que durante toda la mañana cubrió la villa volvió a aparecer a primera hora de la tarde y acompañó el desarrollo de la procesión del Niño de la Bola, la segunda y última de las que se celebran este año, tras la de Año Nuevo. Las calles del conjunto histórico junto a la niebla contribuyeron a dar una curiosa estampa de esta popular procesión muy arraigada entre los vecinos de la villa.
La procesión partió de la iglesia de San Miguel al son de la dulzaina y el tamboril de los Hermanos Ramos, y anunciada por los cohetes.Desde allí continuó su recorrido tradicional por la calle del Colegio ascendiendo hacia el Mercado del Pan y la calle El Estudio hasta la Iglesia de San Esteban, sede original de esta imagen. En el interior del templo se llevó a cabo la lectura de la oración del Niño de la Bola y se entonó en esta ocasión el villancico “Campana sobre campana”.
Más de una treintena de danzantes bailaron de cara a la imagen del Niño, como es tradición, hasta el final de la procesión, en la que se congregó más público que en su primera cita el día de Año Nuevo.
El mayordomo José María Pilar y las autoridades acompañaron también al niño.
