Nuevo hogar, nueva imagen, nuevo amor… La princesa Magdalena, hija de los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, se casa hoy con el broker estadounidense Chris O’Neill. La boda es el broche final a su cambio de imagen.
La historia de la hija más joven de los reyes nórdicos parece la constatación de que tampoco las princesas viven en cuentos de hadas. Magdalena era joven, guapa y estaba comprometida con un atractivo abogado de Estocolmo. Pero en 2010, poco antes de la boda de su hermana Victoria, su sueño se rompió, cuando la prensa comenzó a hablar de la infidelidad del que iba a ser su esposo, Jonas Bergström, durante unas vacaciones de esquí.
Cuando la Casa Real anunció la separación, la joven, de 27 años, ya volaba hacia Nueva York, huyendo del revuelo mediático. Tres años después, a punto de casarse, Magdalena parece completamente renovada.
La rubia princesa amante de las fiestas parece haber madurado, aunque cuatro días antes de la boda, intentó evitar una multa por conducir por el carril de autobuses alegando que goza de total inmunidad.
Con el pelo bastante más oscuro, Magdalena está irreconocible. Y si antes hablaba sin problemas en las entrevistas, ahora es mucho más cauta en su relación con los medios de comunicación.
Así, con motivo de su compromiso con O’Neill, la Casa Real únicamente puso a disposición de los periodistas una entrevista cocinada desde la institución.
Nacida el 10 de junio de 1982, la princesa estudió Historia del Arte y Etnología, además de inscribirse en cursos de Derecho y Diseño. Ahora trabaja para la World Childhood Foundation de Nueva York, una organización de ayuda a la infancia promovida por su madre, la reina Silvia.
Un desconocido
En Nueva York encontró no solo una nueva vocación, sino también a su futuro marido, O’Neill, sobre quien no se sabe demasiado, pero que encaja perfectamente en la etiqueta de los guapos y ricos. Hombre de negocios y, al parecer con un importante capital, le gusta el tenis, esquiar, jugar al golf y es seguidor del Chelsea -y ahora de Mourinho- de su Londres natal.
Tiene previsto seguir trabajando en sus negocios después de casarse con Magdalena, y mantener las nacionalidades británica y estadounidense, así que no podrá recibir título alguno.
Por su parte, Magdalena, cuarta en la línea de ascenso al trono, no revela más detalles de su vida privada que los indispensables. Cada vez se asemeja más en apariencia y en su forma de actuar a su hermana Victoria, respondiendo de forma profesional pero sensible a las fotos de los paparazzi y la agresividad de los medios.
Aun así, los suecos podrán presenciar su boda a través de la televisión y felicitar a la pareja durante el paseo en carroza que les llevará por los alrededores del Palacio Real de Estocolmo.
Tras el enlace, Magdalena y su esposo seguirán viviendo en Nueva York, lejos del ajetreo monárquico escandinavo. «Por ahora sí», comentó la feliz novia.
