Hubo un día en que todos los boletines informativos abrieron con una noticia tan impactante como largamente esperada: la muerte de Osama Bin Laden. Seguramente en Estados Unidos muchos brindarían ese día por el éxito de la operación que acabó con su vida. Y precisamente sobre los pormenores que llevaron al éxito de tal operación tratan las más de dos horas y media que dura «La noche más oscura» (Zero Dark Thirty, 2012), una de las películas que más van a dar que hablar esta temporada, porque los detalles que revela, aunque ya se daban por supuestos, no dejan de ser intranquilizadores.
El presidente Obama no se cansa de repetir que en los Estados Unidos no se tortura pero, aparte de Guantánamo, lo cierto es que esta película refleja esas prácticas por parte de la CIA: detenciones ilegales, cárceles secretas, interrogatorios bajo torturas… y culmina con el asalto a la residencia de Bin Laden, en territorio soberano de otro país, Pakistán, donde es abatido sin darle opción de entregarse para su sometimiento a juicio.
No se trata sólo de la narración de un montón de irregularidades, sino también de la constatación perentoria de que el fin justifica los medios y, si esto es así, se están echando por tierra los fundamentos en que debe basarse cualquier sociedad civilizada.
En efecto, si vale todo, si estas acciones tienen justificación, entonces también tendrá justificación cualquier otra acción de las que comúnmente denominamos terrorista, por cuanto también persigue un fin, aunque ese fin sea absolutamente execrable y no estemos en absoluto de acuerdo con su cruel ejecución. Bastará que le parezca justo a quien lo comete.
Si la justicia es representada por una balanza en total equilibrio, no puede ser que los más poderosos tengan opción de vencerla hacia su lado, porque en ese momento deja de ser justicia o, en el peor de los casos, justifica un movimiento en sentido contrario, lo que siempre supone desorden y caos, ese río revuelto que propicia la ganancia de pescadores. No es extraño, así pues, que el estreno de «La noche más oscura» haya traído consigo la apertura de investigaciones al más alto nivel.
Y esa, tal vez, sea la fuerza de una película inquisitiva y contundente, que pone objeciones a las acciones de los buenos, aunque tengan las mejores intenciones de derrotar a los malos.
En fin, «La noche más oscura» no es una película que apueste por lo espectacular, ni tiene nada de divertida. Se sale de ella con la sensación de haber asistido a una sutil diatriba moral, bajo la forma de un thriller poco convencional. Kathryn Bigelow y Mark Boal, la directora y el guionista de aquella intensa «En tierra hostil», vuelven a acertar al darle forma a un contenido demoledor, con imágenes de aspecto casi documental para contar una historia que tiene un sitio en la Historia y cuya trascendencia, por tanto, todavía está por evaluar por las consecuencias que tal hecho puede aún acarrear.
No estamos, pues, ante una película muy atractiva para el común de los espectadores, pero no se puede decir que carezca de importancia. De hecho, ya tiene concedidas cuatro de las más significativas nominaciones a los próximos Globos de Oro.
FICHA:
Dirección: Kathryn Bigelow
Producción: Kathryn Bigelow, Mark Boal y Megal Ellison
Guión: Mark Boal
Fotografía: Greig Fraser
Música: Alexander Desplat
Montaje: William Goldenberg y DylanTichenor
Diseño Prod.: Jeremy Hindle
Interpretación: Jessica Chastain, Jason Clarke, Reda Kateb, Hyle Chandler, Jennifer Ehle, Harold Perrineau, Mark Strong.
