El Oporto venció ayer por 1-0 a un Málaga que celebró el resultado, muy corto para los méritos adquiridos por el conjunto luso. El partido, correspondiente a la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones, tuvo al cuadro local como único dominador, pero solo logró un gol, anotado por Joao Moutinho en el arranque de la segunda mitad, lo que dejó abierta la eliminatoria.
El encuentro sobrepasó al Málaga desde el inicio. Los motivos fueron tres: los nervios, la entidad del rival y el peso de un estadio como Do Dragao. A cambio, el bloque anfitrión fue el completo dueño del choque. Elevó mucho su línea de presión y asfixió a futbolistas tan importantes como Joaquín o, sobre todo, Isco. Tanto ellos como su equipo se convirtieron en máquinas de perder balones.
El Oporto recuperó muy pronto el balón en campo de su adversario y propuso un juego vertical. Lo mejor que le pudo pasar al Málaga fue que terminara la primera parte sin goles.
En la reanudación nada cambió, a excepción de una cosa: la puntería de la escuadra lusa. Siguió dominando y robando balones en campo del Málaga, que continuó acobardado y sin dar dos pases seguidos. El gol local parecía cuestión de tiempo.
Y éste llegó a los 56 minutos. Sandro puso un buen balón a Joao Moutinho, y éste resolvió con un disparo a las primeras de cambio.
Pellegrini puso a Portillo en lugar de Joaquín, pero nada cambió en el Málaga. En realidad, todo siguió igual y se mantuvo el abrumador dominio local. El arquero del Porto, Helton, se marchó sin una sola intervención.
Sin embargo, el equipo español tuvo al final casi más motivos para sonreir que su rival. Vivió una pesadilla, y el conjunto portugués se llevó una renta mínima según sus méritos, dejando la eliminatoria abierta. Aunque mucho tendrá que mejorar el equipo de Pellegrini si quiere remontar el 13 de marzo, cuando llega la vuelta.
Otro resultado
Arsenal-Bayern de Múnich 1-3
