Como si de un deja vu se tratara, la violencia se incrementa en Egipto con el paso de los días. Tras el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi por el Ejército, los disturbios en el país se recrudecen por momentos y al menos 51 personas fallecieron ayer en enfrentamientos entre seguidores de los Hermanos Musulmanes (formación del depuesto mandatario) y los militares. Unos altercados que tuvieron lugar en la sede de la Guardia Republicana y que acabaron con 435 individuos heridos de diversa consideración.
Eso sí, mientras las cifras son oficiales, las versiones varían en función del bando que relate lo sucedido. Según los uniformados, los disturbios se produjeron cuando «un grupo terrorista» intentó irrumpir en el edificio donde, al parecer, se encuentra recluido Mursi. Los soldados detuvieron a 200 personas armadas que intentaron entrar al complejo rodeado de alambre mientras francotiradores disparaban desde tejados cercanos.
Sin embargo, los Hermanos Musulmanes aseguraron que se atacó a sus seguidores durante una protesta en la oración de la mañana y que la Policía y el Ejército intentaron disolver con violencia una sentada de seguidores del derrocado dirigente.Eso sí, también subrayaron que proseguirán con su lucha porque «el pueblo egipcio no quiere vivir bajo una dictadora militar» y agregaron que este «crimen abominable» es una prueba más de la brutalidad de la cúpula castrense. «Es una despiadada masacre a sangre fría y sin precedentes», remarcaron.
Mientras tanto, la Administración interina que encabeza Adli Mansur expresó su «profundo pesar» por estos fallecimientos, indicó que entre los fallecidos no se encuentran ni mujeres ni niños, aunque sí algún soldado, y anunció la creación de una comisión judicial para investigar lo sucedido. Además, llamó a los manifestantes a no aproximarse a ninguna sede militar u «otra instalación vital».
Por su parte, el portavoz presidencial, Ahmed Elmoslmany, aseguró que los violentos enfrentamientos no harán descarrilar los esfuerzos «para formar un nuevo Gobierno interino ni modificarán la hoja de ruta».
Un Ejecutivo cuya composición se retrasará aún unos días, según todos los indicios, ya que los salafistas, radicales islámicos que apoyaron el golpe militar contra Mursi, anunciaron, «en respuesta a la masacre», que abandonan las conversaciones sobre el futuro político de la nación en las que se iba a decidir sobre el primer ministro interino.
«Queríamos evitar un derramamiento de sangre y la sangre no deja de correr», señalaron desde el partido conservador.
