Las elecciones presidenciales de Chile, celebradas el pasado domingo, cumplieron con lo previsto y la candidata opositora y exjefa del Ejecutivo, Michelle Bachelet, se impuso en las urnas y a punto estuvo de evitar que se celebre una segunda vuelta, en la que se enfrentará a la oficialista Evelyn Matthei el próximo 15 de diciembre.
Favorita en todas las encuestas, que incluso hablaban de un triunfo rotundo en la primera ronda, la abanderada del centroizquierda se quedó a las puertas de conseguir tal hazaña, con un 47 por ciento de los apoyos (solo a tres puntos de la mayoría absoluta que hubiera evitado una nueva cita electoral y la hubiese convertido directamente en presidenta electa), pero consiguió un respaldo casi decisivo de cara a los comicios de dentro de un mes.
A pesar de la contundente victoria de Bachelet, su rival, Evelyn Matthei, celebró como «un triunfo» su paso a segunda ronda, tras conseguir un 25 por ciento de los sufragios y postergar las pretensiones de su contrincante de convertirse en la jefa del Ejecutivo de manera directa.
El resultado tuvo algo de decepción para la exmandataria y su equipo, que esperaban terminar con un éxito categórico y aplastante como predecían algunas encuestas, que le daban escasas posibilidades a Matthei.
«Hemos ganado esta elección y lo hicimos con una amplia mayoría», sostuvo, no obstante, la candidata de Nueva Mayoría, que pronosticó una amplia victoria en diciembre, al tiempo que Matthei advirtió de que «sí se puede» derrotar a la postulante socialista.
A pesar del optimismo, está claro que la aspirante oficialista deberá enfrentar una difícil campaña, quizás la misma que tuvo el actual presidente, Sebastián Piñera, cuando en 2005, en su primer intento por hacerse con el poder, fue derrotado en segunda vuelta por Bachelet, quien se convirtió entonces en la primera mujer que alcanzó la Presidencia de Chile (2006-2010).
Separadas por más de 20 puntos, ambas buscarán ahora los votos de los otros siete candidatos que participaron en estos comicios, el más alto número de aspirantes en la historia política del país.
El exdiputado socialista Marco Enríquez-Ominami, tercero con un 10,98 por ciento y postulante del Partido Progresista (PRO), del que es fundador, adelantó por su parte que no dará «un cheque en blanco» a Michelle Bachelet. Ante esta negativa a ceder sus más de 700.000 votos a la propuesta opositora, dirigentes de la Nueva Mayoría, la coalición que va desde demócratas cristianos hasta comunistas, comenzó ayer mismo la campaña con vistas a cosechar los respaldos del PRO. De ganar en segunda vuelta, la socialista volvería a conseguir un hito en la Historia de la nación.
Mientras, Franco Parisi, el candidato derechista-populista que consiguió un cuarto lugar, con un 10,11 por ciento, ya avisó de que no votará en segunda vuelta, mucho menos por una «mala persona», como calificó a Evelyn Matthei. Ambos tuvieron serias discrepancias en el transcurso de la campaña electoral.
En el quinto lugar, con un 2,78 por ciento, se ubicó Marcel Claude, un candidato que demanda la nacionalización de las riquezas básicas, seguido del ecologista Alfredo Sfeir (2,33 por ciento), la defensora de los deudores habitacionales Roxana Miranda (1,26), el regionalista Ricardo Israel (0,57) y el exdiputado demócrata cristiano Tomás Jocelyn-Holt, con apenas un 0,10 por ciento.
En las elecciones del domingo estaban habilitados para votar unos 13,5 millones de electores, pero llegaron a las urnas alrededor de 6,7 millones de personas, ya que, por primera vez, el voto fue voluntario.
Ambas candidaturas adelantaron que para aumentar el caudal de sufragios y sus posibilidades de triunfo motivarán también para el balotaje a los que se quedaron en casa el pasado domingo.
La abstención se veía venir, y la participación se ubicó en el 56 por ciento, según informó el presidente chileno, Sebastián Piñera.
