La fusión entre Caja España y Caja Duero perseguirá como principal objetivo convertirse en un referente en el país, en un año que se prevé «complejo y difícil» debido a la fuerte contracción económica que afectará al sector, según indicó Santos Llamas, presidente de Caja España, durante la Asamblea General de la entidad.
Llamas dejó claro que el objetivo es la creación de una caja de ahorros que, desde el liderazgo financiero en Castilla y León, se consolide y convierta en referente nacional, a pesar del «esfuerzo de reestructuración» que acarreará la unión de las dos entidades, ya que, como avanzó, se baraja el cierre de 253 oficinas y la «minoración» de 975 empleados, es decir, el 18 por ciento de la plantilla actual de las dos cajas.
El presidente de Caja España consideró esencial que la entidad resultante del proceso garantice su capacidad competitiva en el terreno comercial, así como el acceso «preferente» a la financiación de los mercados mayoristas, como proyecto de referencia a nivel nacional. Del mismo modo abogó por asentar los mejores estándares en calidad y servicio a los clientes, las más eficientes prácticas de gestión y la creación de un «referente» en cuanto a empleo de calidad.
La fusión entre Caja España y Caja Duero dará lugar a la sexta caja de ahorros de España, con una rentabilidad de los recursos propios del 13,1 por ciento, un ratio de eficiencia que se situaría alrededor del 43,5 por ciento y una estructura patrimonial sólida, según anunció Santos Llamas.
La entidad fusionada tendría recursos propios básicos mínimos del nueve por ciento a partir de 2010, muy por encima de las necesidades adicionales contempladas en los cambios normativos que se barajan, y podrá afrontar, según las previsiones, la amortización de las participaciones adquiridas por el FROB, al que se solicitarán unos 560 millones, con su propia capacidad de recursos sin merma de la competitividad.
La Asamblea General de Caja España aprobó «en un clima de máxima cordialidad», las directrices estratégicas y los objetivos para 2010, un ejercicio «complejo y difícil» debido a la fuerte contracción económica, que afectará de forma relevante al sector financiero español.
La gestión será «continuista», destacando los tres pilares: liquidez, solvencia e incremento de coberturas y dotaciones.
