Terminó la feria taurina cuellarana con más pena que gloria, por mor de los dos espadas que contendían mano a mano y que no rayaron a un nivel medianamente aceptable. El rejoneador lusitano Paulo Jorge Santos se escapó de la quema por una sobria y lucida actuación con el segundo novillo de su lote, a la postre lo único destacable del festejo.
PAULO JORGE SANTOS Cumplió un segundo tercio con altibajos, entonado a veces y desigual en otras intervenciones. Es sobrio y elegante en la monta, cualidades muy de su ilustre país, donde el arte de Marialva es patrimonio lusitano. Fue aplaudido en la parte final del tercio cuando clavó dos rehiletes yendo de frente y saliendo airoso de la suerte.
Con el segundo suyo, evolucionó con autoridad, rigor y aportando porte como jinete consumado. Correcto en las suertes prendió rehiletes a una mano, cinco nada menos y dos más de los cortos, uno al violín. Estuvo vistoso y midió las distancias siendo muy aplaudido en los galopes a dos pistas. Mató bien cortando dos orejas.
LOS FORÇADOS DE ALENQUER Grupo que simboliza esta clase de actuaciones que tienen valor añadido por valor y técnica conjuntados. Intervinieron en ambos astados de Santos, con desigual fortuna en el primer novillo y rotundos y firmes en el segundo. Muy aplaudidos.
LUIS GERPE Recientemente salió airoso de una actuación suya en Las Ventas cortando una oreja, pero en Cuéllar dejó patente que anda sin rumbo y con escaso sentido técnico ante el novillo encastado. Tres vistosos lances y media, muy estético todo. Excelente el trasteo con doblones y trincheras todo templado y con gusto. Tiene clase aunque se le va la idea de proseguir por los mismos derroteros y pasa de seguido a un toreo anodino y de atolondrado sentido estético. Baja la mano de pronto y surge el buen muletazo para frenar la trayectoria para mostrar una cierta nulidad. Mató pésimamente.
Con el quinto de la tarde, no se acopló con la muleta. Reticente el novillo es el torero el que tiene que doblegar la corta e incierta embestida. Más voluntad que acierto y pases sueltos que se prodigan en inútiles secuencias. Fue silenciada su labor.
MARTIN CAMPANARIO El guipuzcoano me defraudó. No le observé condiciones toreras dignas de resaltar. La vulgaridad fue la tónica general de su actuación con muletazos de va y viene con escasos argumentos y nula vistosidad. Faena vulgar y anodina mal rematada con el acero. Silencio.
Con el que cerraba plaza, allá en los terrenos de la solanera, cumplió discretamente con el capote. Con la flámula toreo deslavazado con conato de naturales que fluyeron descompuestos. Voluntad y en un momento dado produjo una serie de muletazos en redondo con templada medición que gustaron al respetable. ¿Fue un espejismo? Seguramente. La faena bajo mínimos y carente de ortodoxia, técnica y nada de florituras añadidas. Mal con la espada siendo ovacionado como muestra de consolación.
