DPA / berlín
Cuatro años más. En Alemania se da por hecho que la conservadora Angela Merkel ganará mañana un tercer mandato para seguir siendo canciller hasta 2017. Pero, ¿con qué socio de Gobierno? Europa entera seguirá las elecciones germanas con más peso internacional de las últimas décadas pendiente de esa respuesta.
Los socialdemócratas de Peer Steinbrück (SPD) vienen recortando distancias en el último tramo de campaña, pero la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel lidera los sondeos con un 40 por ciento de intención de voto, 13 puntos más que el SPD, y será la formación más votada por los casi 62 millones de ciudadanos llamados a las urnas.
Con propuestas sociales como la creación de un salario mínimo o el aumento de impuestos a los más pudientes, el opositor de 66 años no logró hacer sombra a la popular canciller, de 59, que centró su campaña en prometer «continuidad» económica en una Alemania que crece con solidez y mantiene el desempleo en el 6,8 por ciento.
Sin embargo, «el resultado será muy, muy ajustado», aseguró ayer la propia Merkel. Y es que en el país no basta con ganar los comicios. El sistema hace casi imposible que un partido pueda gobernar en solitario. Aun con una cómoda victoria, cualquiera de las dos grandes formaciones necesita un aliado para formar Ejecutivo.
Las últimas encuestas prevén un escenario abierto hasta el final que se definirá entre dos opciones más probables: si Merkel y los liberales del FDP suman una mayoría propia, reeditarán su coalición actual. En caso contrario, la canciller tendrá que negociar una «gran unión» con el SPD como la de su primer Gabinete (2005-2009).
La crisis de los liberales, que podrían no llegar siquiera al cinco por ciento mínimo para entrar en el Parlamento, hace que «la opción más probable sea una gran coalición» explicó Oskar Niedermayer, experto politólogo de la Freie Universität.
Berlín, la capital que ha definido la lucha contra la crisis del euro, cambiaría el actual Gobierno de centroderecha por otro con elementos de centroizquierda.
Una gran unión es también la opción preferida por la mayoría de germanos, pero enfrenta más obstáculos a nivel político. El principal es Steinbrück. Ministro de Finanzas de Merkel en la anterior coalición, el candidato aseveró que «el SPD salió hundido de ese Gobierno» y no quiere repetir la experiencia.
Puestos clave. Los comentaristas ya trazan el escenario más probable: Steinbrück se retira tras la derrota. La cara del SPD vuelve a ser su presidente, Sigmar Gabriel. Que entra como vicecanciller de Merkel en el nuevo Ejecutivo y negocia que socialdemócratas asuman carteras clave como la de Finanzas o Exteriores.
Una cosa está clara para los analistas: más allá del color que tenga el próximo Gobierno alemán, las recetas de Berlín ante la crisis del euro cambiarán muy poco después de mañana.
«En una gran coalición entre la CDU y el SPD, los socialdemócratas serían el socio menor con gran diferencia y no podrían influir mucho», señaló Niedermayer.
«Pero incluso en el improbable caso de que el SPD logre su objetivo de formar un Gabinete de centroizquierda con Los Verdes, el cambio en la política europea sería moderado. No hay que olvidar que ambos partidos vienen apoyando cada paso de Merkel en el Parlamento».
«No habrá giro alguno», prometió esta semana el portavoz del Gobierno, Steffan Seibert. «La palabra clave es: continuidad».
Esa poca perspectiva de cambio hizo que los alemanes vivieran la campaña con relativa indiferencia. Ni siquiera la crisis siria o el escándalo del espionaje exterior estadounidense lograron agitar el debate entre Merkel y Steinbrück, dos candidatos que comparten más de lo que les gusta aceptar.
