El español Rafa Nadal y Argentina han forjado durante ocho años una historia de mitos y desencuentros, pero una frenética semana le está bastando al número uno del tenis mundial para saldar con creces la deuda. «Llevaba años sin venir. Era una cosa que tenía muy pendiente», confesó el balear tras caer ante David Nalbandián por 6-4 y 7-6 (8-6).
El entretenido partido con motivo de la retirada del argentino fue apenas una mínima muestra de todo lo que hará Nadal en su visita a un país que siente muy cercano. Un nuevo encuentro ante el local hoy y un duelo estelar contra el serbio Novak Djokovic mañana completarán una apretada agenda que ofrece mucho más que tenis.
Tras comer un asado en la casa de Nalbandián en el minúsculo pueblo de Unquillo, el manacorí realizó ayer un viaje relámpago al glaciar Perito Moreno, uno de los principales puntos turísticos de la Patagonia argentina.
Por idioma y amistad con varios de los tenistas argentinos, que hasta se permiten dirigirse a él con el típico ‘boludo’. «Me hacía muchísima ilusión volver», insistió.
La intensa semana de Nadal, que aterrizó en Buenos Aires el pasado lunes y luego viajó brevemente a Chile para una exhibición con Djokovic, cierra una larga espera para el público, que no disfrutaba de su juego desde febrero de 2005, cuando se despidió en los cuartos de final del torneo de Buenos Aires en un extraño y recordado partido ante Gastón Gaudio, que perdió por 0-6, 6-0 y 6-1.
Aquel febrero fue clave en la carrera de un joven que entonces tenía 18 años y el pelo un poco más largo. Y aquella noche de verano dio lugar a un mito que sigue vigente. No solo porque la derrota precedió a la explosión de un Nadal que en ese mismo 2005 ganó el primero de sus ocho títulos en Roland Garros, sino por la historia que contó por el propio Gaudio en una entrevista en 2011. «Rompió todas sus raquetas, las siete. Rafa sintió la derrota como un fracaso, no lo podía soportar», recordó.
Pero lo cierto es que el estallido de furia nunca existió y pareció tratarse más bien de una broma. El español se encargó recientemente de aclarar que no solo no rompió ninguna raqueta, sino que jamás lo ha hecho en toda su carrera.
Ese lejano recuerdo fue lo último que el público sudamericano pudo atesorar de quien se convertiría luego en uno de los mejores de la historia. El complejo calendario y la falta de torneos de primer nivel en el país no han propiciado el reencuentro, pero también el destino jugó una mala pasada.
El primer desencuentro ocurrió en 2008, cuando el español se perdió la final de la Copa Davis por unos problemas de rodilla. Lo ocurrido en Mar del Plata, un hecho heroico para la España de Feliciano López y Fernando Verdasco y traumático para Argentina, terminó dejando en un segundo plano la ausencia del mallorquín.
Nadal tampoco estuvo en su reciente gira de febrero por Latinoamérica, cuando regresó al tenis tras siete meses lesionado.
Un año después, todo podría ser bien diferente. Según aseguran varios medios, es «muy probable» que Nadal juegue en 2014 en Buenos Aires, uno de los poquísimos torneos sobre arcilla que jamás ha ganado. Y así, no dejar dudas de que la deuda argentina ya está definitivamente saldada.
