Espigado y con una melena lacia que estilizaba hasta el extremo su figura, el inglés Nick Swift se presentó ayer en el complejo deportivo ‘Los Escobares’ de La Lastrilla dispuesto a probarse a sí mismo. Después de haber triunfado en un buen número de las carreras pedestres de la provincia, quería comprobar si está capacitado para dar el salto del atletismo al duatlón.
Como él, el centenar largo de inscritos en la I Marcha en Bicicleta de Carretera por el ‘Camino de San Frutos’, no pretendían competir, sino únicamente disfrutar de una jornada de cicloturismo. En la salida, mientras los participantes iban recogiendo los maillots conmemorativos que repartía EL ADELANTADO, el hotel Puerta de Segovia ofreció un rico desayuno al pelotón. Por allí se pudo ver a José Luis de Santos, exseleccionador nacional de ciclismo, quien quiso agradecer al periódico decano de la prensa segoviana la organización del evento, en su convencimiento de que “se necesitan más actividades así para promocionar este deporte”.
El propio De Santos, junto al alcalde de La Lastrilla, Vicente Calle y a la consejera delegada de El Adelantado, Teresa Herranz, dieron la salida, a las 09,40 horas. Con mucho frío —el termómetro marcaba 2º— el pelotón afrontaba un recorrido de 92 kilómetros. A poco de entrar en la N-110, mirando a la derecha, se veía la falda de la Sierra de Guadarrama con una fina capa de nieve. Los deportistas marcharon agrupados durante los primeros kilómetros y, si alguno de ellos se descolgaba, por algún problema físico o mecánico, allí estaban José María Herranz y Pedro José Martín, dos voluntarios que, montados en sus bicis, echaron una mano a cualquiera que pasó dificultades.
El ritmo era cómodo para todos. Tras una hora de pedaleo, el grupo pasaba por Sotosalbos. Un poco más allá, La Salceda estaba cubierta por un leve manto de nieve. Parecía una suave cencellada invernal. El color blanco se esfumó justo cuando el pelotón abandonó la N-110 para girar a la izquierda, en dirección a Pedraza. La bajada a Torre Val de San Pedro avivó la velocidad, manteniéndose alta durante un rato, en el que los cicloturistas seguían, en paralelo, el curso del río Cega.
Permanentemente escoltados por la Guardia Civil, los participantes se enfrentaron a la primera ascensión fuerte en La Velilla. Fue allí cuando el pelotón se disgregó por primera vez. Diseminados, pasaron por el puente sobre el Cega de Pajares de Pedraza, comprobando que el río sigue furioso. Después, un tramo rompepiernas, de repechos, hasta llegar a la subida a Rebollo. Ahí a casi todos les tocó levantarse del sillín. Se requería un esfuerzo extra.
Rebollo se alegró de la visita de esta ‘serpiente multicolor’. “Da ambiente al pueblo”, resumía Henar Fresneda, que quiso ver la concentración cicloturista en la Plaza Mayor, a los pies de la torre de la iglesia. El avituallamiento —fruta, agua y bebidas isotónicas— resultó rápido. “No me quiero enfriar”, explicaba de los participantes, mientras a su lado otro asentía.
De Rebollo a Puebla de Pedraza hay un paisaje tan bonito como poco conocido. La carretera, secundaria, no figura en las rutas turísticas, pero regala unas vistas preciosas, en las que se combinan las campos de cultivo con árboles diseminados. Los siguientes tramos tampoco desmerecían, sobre todo el que va de Muñoveros a Caballar, el pueblo donde descansan las cabezas de San Valentín y Santa Engracia, los hermanos de San Frutos. Por allí tuvo lugar la única caída del día, sin importancia.
En dirección a La Cuesta, una larga cuesta, valga la redundancia. Entre fresnos, primero, y verdes prados, después, se llegaba a Berrocal. Poco después a Santo Domingo de Pirón, pueblo del segundo avituallamiento. Su alcalde, Domingo Requero, siempre dispuesto a colaborar con las actividades del ‘Camino de San Frutos’, animaba a visitar en esta época la localidad. “La primavera es un momento magnífico para venir a ver el entorno del pueblo”, aseguraba.
Un trago de agua, un bocado y, en un santiamén, a Basardilla. Los más fuertes tenían ganas de dar rienda suelta a sus piernas. Y se adelantaron un poco. Así pasaron por Brieva, La Higuera y Espirdo, hasta llegar a ‘Los Escobares’ de La Lastrilla. El primero que se puso pie a tierra, a las 13,46 horas, fue un exciclista, Miguel Ángel Tabanera, para el que el circuito había sido “muy bonito”, y “con tiempo para rodar y tiempo para sufrir”.
Poco a poco, los cicloturistas fueron llegando. La empresa ‘Soluciones Audiovisuales’ animó con música su entrada. En las caras se veía tanto sufrimiento como felicidad. Jesús de Antonio, de Sepúlveda, y Mariano Rodrigo, de Cabezuela, coincidían en señalar que ritmo había sido el idóneo “para los que nos gusta el ciclismo pero no competimos”. “Ha sido una marcha cicloturista en toda regla, y muy bien organizada”, insistía el sepulvedano.
Quien quiso pudo ducharse en ‘Los Escobares’, y más de uno aprovechó la oportunidad para darse un baño en la piscina cubierta de La Lastrilla. Protección Civil de La Granja, perenne ángel de la guarda del deporte segoviano, informaba que ni sus voluntarios ni los de la empresa de ambulancias ‘Transporte por Carretera’ habían tenido que atender incidencias graves.
Todos los cicloturistas que partieron de ‘Los Escobares’, sin excepción, regresaron dando pedales al mismo lugar. Allí, para acabar, el cocinero Santos Calle, acompañado por miembros de la asociación de vecinos “El Sotillo”, ofreció unos judiones ricos, ricos. “Me duele todo el cuerpo, pero me lo he pasado muy bien, como todo el mundo”, sentenciaba el larguilucho Swift.