Málaga y Atlético de Madrid empataron ayer en La Rosaleda en un duelo intenso y luchado donde la voluntad en ataque de los rojiblancos no fue suficiente para derribar a una buena defensa andaluza.
Con las bajas por lesión de Tiago y del sancionado Gabi, Simeone dio entrada a Mario Suárez y Koke en el medio, mientras que Pellegrini volvía a confiar en Lucas Piazon, apostando además por Santa Cruz en la punta.
El Atlético pareció entender que, tal y como ya hiciera el Oporto, la mejor forma de anular al rival era con una alta presión. Expertos en esa materia, los visitantes ahogaron a su rival y muy pronto comenzaron a llegar al área de Caballero. Pero, sin tiempo para la tregua, fue el cuadro local quien más cerca rozó el gol en un saque de esquina rematado de forma espectacular por Demichelis.
Vencedor en cada balón dividido, los rojiblancos dominaban cada parcela del juego, aunque era en los últimos metros donde se mostraron más imprecisos. Con Diego Costa más pendiente del rival que del balón, y con Falcao con más voluntad que acierto, la defensa del Málaga fue creciendo, mostrándose sin fisuras.
Tras el paso por los vestuarios, el duelo mantuvo el mismo guión visto en los primeros 45 minutos, con más garra que ocasiones. A pesar de su condición de local, la pelota seguía siendo de los madrileños ante un Isco que pasó desapercibido. Con el choque cada vez más lejos de las áreas, ambos entrenadores movieron los banquillos con la intención de dar un golpe de efecto para intentar conseguir los tres puntos.
Así, los minutos finales dejaron un encuentro más abierto, con los dos equipos estirados, y con el balón rodando de área a área sin pasar por el centro del campo, aunque sin verdaderas ocasiones de gol. A pesar del empate en el electrónico, el partido fue intenso y ambos contendientes se esforzaron por superar al rival.
