Corea del Norte anunció ayer que las relaciones con su vecino Corea del Sur se encuentran en «estado de guerra», a raíz del repunte de las tensiones entre ambos y de las sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU.
«De ahora en adelante, las posibles comunicaciones entre el Norte y el Sur se adentran en un claro conflicto. Todos los problemas que surjan serán abordados de esta forma», señalaron de forma conjunta el Gobierno de Pyongyang, los partidos políticos y otras instituciones.
Con esta declaración se pone fin a la situación en vigor hasta ahora entre ambos países que no era «ni de guerra ni de paz». El líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, apeló a «una batalla final a vida o muerte» para terminar con «la historia de un largo enfrentamiento con EEUU y dar comienzo a una nueva era». Así, lanzó un «ultimátum» a Seúl y a Washington, y les advirtió de que, ante «la menor provocación, actuará de forma inmediata» con un «ataque nuclear sin piedad». En este caso, Corea del Norte enfatizó que se desatará una «guerra sin cuartel, un conflicto nuclear».
«No será un atentado de tres días, sino un golpe relámpago en el que Pyongyang ocupará todas las áreas del Sur en una única ofensiva», aseguraron con un tono desafiante y cargado de alusiones a los surcoreanos como «títeres belicistas» en manos del «imperialismo» norteamericano.
El Gobierno norcoreano consideró, además, que las amenazas proferidas por EEUU y Corea del Sur «han rebasado los límites y han pasado de la fase de la amenaza y el chantaje a la temeraria de guerra actual».
En este sentido, Pyongyang advirtió a Washington con perpetrar un ataque, en consonancia con las advertencias realizadas, a propósito de las «maniobras de invasión» emprendidas por Norteamércia. Después de estas acciones «extremadamente graves», «deben tener claro que en la era del comandante general Kim Jong Un, el más grande, todo es distinto del pasado».
Así, el Ejército se mantiene en alerta, a falta de que Kim de luz verde al ataque contra objetivos en Corea del Sur y contra las bases militares estadounidenses en el país hermano y en el océano Pacífico, como Guam y Hawai.
Pese a la noticia, Seúl no detectó movimientos inusuales. Además, el Ministerio de Defensa surcoreano denunció la «ofensiva retórica» como una serie de «amenazas inaceptables» que «perjudican la paz y la estabilidad». No son pocas los expertos que creen que el dictador quiere ayuda alimentaria de la ONU y hacerse valer ante su pueblo.
Por su parte, en Washington, la Casa Blanca se toma muy en serio el anuncio de Kim Jong Un, así como «algún error de cálculo», y, por ello, permanece «en contacto continuo» con los aliados, mientras Rusia pide calma a todas las partes.
