Los exsecretarios generales del PP Francisco Álvarez-Cascos y Javier Arenas negaron ayer en la Audiencia Nacional haber cobrado sobresueldos procedentes de una contabilidad B del partido, si bien admitieron, según fuentes presentes en la declaración, la inexistencia de protocolo alguno respecto a las donaciones recibidas por la formación conservadora, cuyo control atribuyeron de forma absoluta al tesorero Álvaro Lapuerta.
El líder de Foro Asturias permaneció dos horas declarando ante el juez Pablo Ruz, que instruye esta causa como una pieza separada del caso Gürtel, y Arenas lo hizo posteriormente durante una hora y media. Según los abogados de la acusación presentes en sus comparecencias, la frase más repetida por ambos fue la de «No recuerdo», y sobre los sobresueldos usaron fórmulas indirectas como «No tengo constancia» o que siempre habían tributado por todo lo obtenido.
Sobre el control de las donaciones, las mismas fuentes señalaron que los dos antiguos número dos de Génova reconocieron que no existía mecanismo alguno para hacer cumplir lo señalado en la Ley de Financiación de partidos políticos de 1987 o la de Régimen Electoral General de 1985, indicando que el competente para ello era el tesorero, es decir Lapuerta, y que nunca preguntaron si dicho control existía. Las dos normas señaladas obligaban a que los partidos controlaran el importe de las cesiones anuales, que no se efectuaran por contratistas de la Administración y que se registrara la identidad de los donantes anónimos. Ambos indicaron que esa vigilancia nunca se llevó a cabo.
Por su parte, el ahora presidente de FAC reconoció que compatibilizó su puesto de secretario general con el de tesorero entre 1990 y 1993, tras ser inhabilitado Rosendo Naseiro, hasta que fue designado para el puesto Álvaro Lapuerta, antecesor de Luis Bárcenas. El juez Ruz no le dejó contestar a las preguntas que se le formularon sobre lo que habría cobrado en negro durante su etapa como ministro, ya que dicha respuesta podría incriminarle y había acudido como testigo.
Por su parte, el andaluz reconoció su presencia en la reunión de marzo de 2010 con Rajoy, Bárcenas y la esposa de éste, Rosalía Iglesias, aunque de ella solo recordó que se habló de que el extesorero mantuviera desde ese momento su despacho en la sede de Génova y el coche del partido. Según declaró Bárcenas, allí él pidió que se exigiera a la actual secretaria general, María Dolores de Cospedal, que dejara de «intoxicar» sobre él en la prensa.
Antes que ellos, el cajero del grupo Antonio Ortiz también pasó por la sala y aseveró que las donaciones se recogían sin registrar el DNI de los donantes, aspecto al que obligaba la ley pese a tratarse de dinero procedente de anónimos. Éste recibía el dinero de otro funcionario del PP, Luis Molero, quien en su declaración aseguró que Bárcenas le llegó a entregar hasta ocho paquetes de efectivo en un solo día para que los ingresara, de forma consecutiva, en la cuenta de donativos sin nombre de la formación.
