No es posible concebir una imagen de Segovia sin la esbelta torre de la Catedral, cuya silueta inconfundible jalona la particular «línea del cielo» del paisaje de la capital. Con 90 metros de altura, este característico elemento arquitectónico no sólo forma parte del paisaje segoviano, sino que ofrece la posibilidad de contemplar imágenes inéditas de la ciudad asomándose desde las balaustradas de «las ocho bolas», en el campanario o desde los peculiares balcones de la que fuera vivienda del campanero responsable de hacerlas tañir para toda Segovia.
Ayer, cerca de una veintena de segovianos tuvieron el privilegio de visitar la torre desde dentro y comprobar «in situ» la belleza de una ciudad en la visita guiada enmarcadadentro de la actividad «Domingos de Patrimonio«, organizada por la Empresa Municipal de Turismo. El interés suscitado por esta visita hizo que el número de plazas -en este caso obligatoriamente reducido debido a las especiales características de la torre, poco accesible a las visitas- quedara cubierto rápidamente, por lo que la organización se ha planteado volver a programar esta visita para dar oportunidad a quienes en esta ocasión no consiguieron la ansiada plaza.
El recorrido por la fortaleza fue realizado de la mano del arquitecto Luis Moreno Rexach, con una amplia experiencia en urbanismo histórico y en la restauración de templos e iglesias de la provincia, que fue desgranando algunos detalles de la historia de la construcción del primer templo de la diócesis.
Moreno Rexach explicó que las obras de la considerada última catedral gótica de España comenzaron en 1525 de la mano de la familia Gil de Ontañón, y aunque tuvo varios maestros de obra a lo largo de los 180 años que duró su construcción, las trazas principales del edificio se deben a Rodrigo Gil de Ontañón. Además, desveló que el presupuesto de las obras fue de siete millones de maravedíes, y los honorarios del arquitecto fueron de 10.000 maravedíes anuales mas 100 diarios cada día que se desplazaba a las obras.
La entrada a la torre se realiza desde la capilla de San Blas, donde una pequeña puerta situada a la derecha del retablo que alberga la imagen del santo da acceso a una vertiginosa y estrecha escalera de caracol por la que se accede a las distintas estancias de la torre.
Los visitantes subieron no sin dificultad los 308 escalones realizando paradas en algunas de las estancias. En la vivienda del campanero -que conserva prácticamente intacta su distribución original- los visitantes pudieron admirar las primeras vistas de Segovia, pero fue en el campanario donde las cámaras de fotografías y los móviles no pararon de tomar imágenes de Segovia desde la privilegiada óptica que ofrece esta edificación.
En las balaustradas se consevan algunas curiosidades históricas como los nombres tallados de algunos de los integrantes del Grupo Artillero «Nueva España» que participó en la batalla de La Granja de la Guerra Civil y que emplearon la torre de la Catedral como privilegiado observatorio para sus movimientos tácticos militares.
No sin esfuerzo, la visita culminó en la parte más alta de la torre, conocida como «las ocho bolas» por los ocho adornos esféricos que rodean la cúpula. Aquí el acceso es mucho más difícil debido a la estrechez de las escaleras y al escaso espacio que existe, pero el esfuerzo tuvo la magnífica recompensa de poder disfrutar de una panorámica incomparable y única que quedó inmortalizada en fotografías y, sin duda, en la memoria de todos los visitantes.
Con esta visita, los «Domingos de Patrimonio» hacen un breve paréntesis y retomarán su actividad el próximo mes de octubre, con una visita a las instalaciones fabriles de «La Choricera», ubicadas en un edificio obra de los arquitectos De Inza y Dolls que está incluido en el Registro de Documentación y Conservación de la Arquitectura del Movimiento Moderno (DOCOMOMO)
