Las secuelas sufridas en el clásico condicionaron la vuelta a la normalidad del Real Madrid, que solo a trompicones y con dos acciones de Cristiano Ronaldo fue capaz de superar ayer la visita del Valencia, que afrontó la última media hora con 10 jugadores y sin perder la cara al partido.
El Bernabéu calibró el estado de ánimo tras el duro revés encajado en el Camp Nou. El público estuvo expectante. Dejó de lado, de entrada, los reproches. Las exigencias. Y aguardó al cuadro levantino como posible bálsamo para nublar aquella pesadilla.
Suele contestar con determinación a estas situaciones el club blanco. No fue el caso. La sombra de Barcelona fue alargada. Y el bloque de Mourinho tardó en sacar el cuello de la zozobra.
Fue el luso el que hizo una declaración de intenciones al cantar la alineación. Benzema, el único nueve disponible en la primera plantilla dada la lesión de Higuaín, se quedó fuera. Por contra, el técnico cambió de sistema. Reforzó el mediocampo con Diarra y dejó al luso Cristiano Ronaldo y al argentino Ángel Di María como alternativas en ataque. Oxígeno en la medular, pero ausencia de referencia en punta.
En la zaga, sin embargo, los cambios fueron obligados. Sergio Ramos y el portugués Ricardo Carvalho cumplieron su choque de suspensión. De ahí, la entrada de Álvaro Arbeloa y Raúl Albiol.
Entretanto, el Valencia pretendió pescar en río revuelto. Y sumar tres puntos como hace tres cursos. A pesar de los malos números de Unai Emery, que nunca ha ganado a un adversario situado entre los seis primeros de la tabla como técnico levantino.
La principal novedad visitante estuvo en la meta. Vicente Guaita, tercer portero, asumió la responsabilidad dadas las lesiones de César Sánchez y Miguel Ángel Moyá.
Sin contundencia
Dos respuestas de Casillas a acciones de Roberto Soldado y Juan Mata animaron las sospechas anímicas blancas. Sin circulación. Sin la contundencia clásica antes del viaje a Barcelona. El Real Madrid carecía de profundidad. Excepto cuando el balón alcanzaba a Ángel Di María, siempre vertical, siempre con peligro.
Pasada la media hora sonaron algunos pitos. El cuadro blanco había sido incapaz de poner a prueba a Guaita, que dio síntomas de inseguridad en balones lejanos. Sin complicación.
Sin embargo, actuó bien en la ocasión más clara que tuvo. Un mano a mano con el alemán Sami Khedira, que recibió un centro de su compatriota Mesut Özil, y que desbarató dos veces. Y también en la falta lanzada por el germano de origen turco.
El descanso llegó con una espuela a la madera de Cristiano Ronaldo. De lo poco que apareció. Marginado del ruido que habitualmente genera.
El luso regresó más activo tras el paso por los vestuarios, y pudo marcar de entrada tras una acción individual que fue córner. También Di María, a continuación, después de un mal saque de Guaita que el joven portero arregló.
Entró Benzema por Khedira a falta de menos de una hora. Para entonces, Joaquín ya había animado las acciones de ataque levantino, que acentuó la presión en busca de un premio mayor al empate, sabedor de la angustia que condicionaba el juego de su rival.
El atacante francés pudo marcar y el Valencia se quedó con 10 jugadores sobre el césped por la expulsión de David Albelda, que vio su segunda tarjeta por una mano en el centro del campo.
El Real Madrid aprovechó su superioridad y una acción de Özil fue culminada por Cristiano Ronaldo. El gol no calmó al cuadro de Mourinho y el bloque visitante pudo empatar con un remate de Tino Costa y otro posterior de Joaquín que rondó la igualada.
Sin embargo, un nuevo latigazo, a la contra, sosegó al cuadro ‘merengue’. Ronaldo marcó el segundo y aparcó la angustia.
