Consumidas ampliamente las cuatro primeras horas de la primera noche del año, un joven que luce una llamativa peluca color turquesa asegura sin rodeos: «tengo menos dinero que uno que se está bañando en el río, pero esta noche que me quiten lo bailao». Esta confesión, fruto de los incipientes efectos del alcohol, resume muy bien el sentimiento de la gran mayoría de personas que quisieron despedir el año 2012 y recibir 2013 tanto en las calles como en los locales hosteleros y recreativos de la capital. Si bien la euforia sofocaba cualquier conato de desánimo, el hecho cierto es que la mayor parte de los que participaron en cotillones, fiestas privadas o simplemente recorrieron los bares de la capital, lo hicieron con los bolsillos bien sujetos para evitar el riesgo de gastar más de lo indicado para la ocasión.
Pero una vez metidos en fiesta, todo se transforma y los intentos de contención del gasto saltan por los aires detonados por las ganas de divertirse de una sociedad que trata de hacer caso a Benedetti a la hora de «defender la alegría» pese a los negros augurios que trae un año con cifras de mal fario para los supersticiosos.
«Yo hoy he salido a divertirme, y después de Reyes, ya veremos lo que pasa», aseguraba un joven arropado por sus compañeros de juerga que jaleaban su opinión descorchando una botella de sidra «porque no nos da ni para cava». Otros grupos de jóvenes aprovechaban locales privados para organizar sus particulares cotillones donde con la aportación de un fondo común no faltó la bebida ni la música durante toda la noche «y más barato, porque la cosa está como está».
La calle, reducto de quienes viven la fiesta ajenos a las ofertas comerciales, volvió a ser el lugar elegido para expresar los mejores deseos y conjurar los peores augurios de un año recién estrenado al que muchos desearían recortar muchas hojas del calendario.
Oración y villancicos para despedir 2012.- Cumpliendo una de las máximas de su fundador, San Benito, las once religiosas de la comunidad cisterciense del monasterio de San Vicente el Real, celebraron ayer la última noche de 2012 sin “anteponer nada al amor de Cristo”, alejando tras de si las ruidosas celebraciones cuyo eco se escucha de forma lejana en los centenarios muros de su monasterio. En la tarde del 31, la rutina de trabajo y oración de la comunidad se vió únicamente perturbada por la visita de cerca de un centenar de integrantes del Camino Neocatecumenal de las parroquias de Nuestra Señora del Carmen y La Resurrección del Señor, que compartieron con las religiosas el rezo de vísperas en la capilla del monasterio. Tras la oración, las religiosas obsequiaron a sus visitantes con un frugal refresco, amenizado por los villancicos cantados por los propios visitantes en un ambiente muy navideño.
Para las religiosas, la Nochevieja es “un día de oración muy especial, porque en él pedimos para que el año que comienza traiga la paz y el amor de Cristo a todos los corazones”, asegura la abadesa del monasterio, que no olvida tampoco a las familias y a las “grandes dificultades que atraviesan en este momento debido a la crisis económica.
Pese a todo, la férrea rutina del monasterio se flexibiliza en esta noche donde un menú “un poco más especial” y la posibilidad de robarle horas al sueño para compartir la alegría del nuevo año en comunidad son los únicos “lujos” que se permiten las religiosas.
Pero cuando en la práctica totalidad de hogares segovianos se brindaba a las 12 de la noche por la llegada de 2013, en el monasterio las religiosas ya descansaban en sus celdas porque “nosotras nos levantamos a las seis de la mañana y hay algunas hermanas que ya son muy mayores”.
