Parecía que El Líbano se recuperaba de la violencia vivida en las últimas semanas en sus calles. Pero un doble atentado suicida junto a la embajada de Irán en la capital, Beirut, volvió ayer a sacudir a la población. Eso sí, en esta ocasión, el ataque no era contra intereses locales, sino que, casi inmediatamente después, Al Qaeda reivindicaba la autoría de las bombas, que acabaron con la vida de al menos 24 personas y causaron heridas a otras 146, y apuntaba a que su objetivo era el régimen de Teherán. De hecho, entre los fallecidos se encuentra un empleado de la delegación diplomática.
El suceso tuvo lugar en la periferia sur de Beirut, en el barrio de Yanah, controlado por la milicia chiita de Hezbolá, enemigo reconocido de Al Qaeda. Precisamente, este grupo radical pudo ser el origen de la matanza, llevada a cabo por las brigadas Abdullah Azzam, rama de la red terrorista fundada por Osama bin Laden.
Según los autores del crimen, la presencia de la guerrilla libanesa en Siria, que apoya al régimen de Bachar al Asad, fue uno de los desencadenantes. También el respaldo del propio Gobierno iraní a los grupos que luchan contra la insurgencia de Damasco es la causa del atentado. De hecho, en un comunicado publicado en Twitter, Al Qaeda amenazó con más acciones si la milicia chiita no se retira inmediatamente de Siria y abandona su aportación a la guerra civil que vive la nación árabe.
Un vigilante de la embajada, que salió ileso del ataque, aseguró que el primer suicida se hizo volar por los aires en una motocicleta no lejos de la delegación iraní. Según su testimonio, el segundo llegó con un todoterreno en el que dentro estaba escondida la bomba. La detonó poco después de la primera explosión, causando numerosos daños en edificios colindantes.
Mientras, la cúpula en Teherán acusó a Israel de estar detrás del doble atentado. «El ataque terrorista delante de la embajada iraní en Beirut es un acto inhumano y despiadado perpetrado por Israel y sus agentes del terror», denunció la portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Marzieh Afkham.
Así las cosas, advirtió de que la república «estudiará seriamente las consecuencias de este acto criminal de la forma debida», al tiempo que lamentó las víctimas que provocó dicho acto.
Hezbolá, a la que dota de armamento Irán, lucha en Siria del lado del Ejército de Al Asad. Teherán apoya al régimen sirio, además, con asesores militares. Los servicios secretos occidentales consideran, además, que la república islámica hace llegar en avión armas a las tropas gubernamentales, que en los últimos días han avanzado junto a milicianos libaneses en la región que rodea a Damasco y Alepo, arrebatando así territorio a los rebeldes.
El embajador iraní en Beirut, Ghadhanfar Rokon Abadi, no resultó herido en el atentado. «Este tipo de operativos terroristas no apartarán a Irán de su camino», aseguró.
Mientras, el jefe del Ejecutivo libanés, Nadyib Mikati, aseguró que no es aceptable que alguien intente «convertir el Líbano en escenario para enviar mensajes políticos en una u otra dirección».
Por su lado, la Unión Europea condenó «en los términos más firmes» el doble atentado e instó a «todos los bandos a facilitar» su investigación para «llevar a los autores ante la Justicia».
