Mientras España aún se recupera del trágico accidente de tren sucedido el pasado miércoles cerca de Santiago de Compostela, en el que murieron 79 personas, la noche del pasado domingo Italia registró uno de los peores siniestros en las carreteras del país, después de que 38 personas pedieron la vida como consecuencia de un accidente de autobús entre las localidades de Nápoles y Canosa.
Al parecer, el vehículo, en el que viajaban 48 individuos, se salió de la autopista por causas desconocidas y cayó unos 30 metros por un barranco, lo que, además, causó una decena de heridos graves, entre ellos seis niños, que sobrevivieron «milagrosamente», según indicaron los equipos de rescate desplazados hasta el lugar de los hechos.
Los ocupantes del autobús eran un grupo amigos que solían hacer excursiones y peregrinaciones juntos y que habían habían pasado el fin de semana en las Termas de Telese y un día de descanso en Pietralcina, cerca de la ciudad de Nápoles.
Según las autoridades, el vehículo iba a gran velocidad cuando a las 20,30 horas se encontró con un embotellamiento en la autopista. Por razones que aún se desconocen, no frenó, chocó contra varios coches, rompió la barrera de protección y cayó por el barranco. La colisión fue tal que el bus se partió en dos, lo que perjudicó aún más los trabajos de rescate, endurecidos por el difícil acceso hasta el lugar donde cayó.
La Fiscalía abrió investigaciones por homicidio imprudente, si bien el conductor falleció en el siniestro. Sus restos serán sometidos a pruebas de alcohol y drogas para descartarlos como posibles causas del siniestro.
Eso sí, fuentes cercanas al caso señalaron que ya se trabaja sobre varios orígenes, entre ellos, el exceso de velocidad y el mal estado del vehículo, propiedad de la empresa Autostrade.
Medios locales apuntaron que el autobús viajaba a una «fuerte velocidad» y con «la parte anterior» del vehículo «abierta o ausente, probablemente por un contacto precedente con el margen derecho de la autovía». En este sentido, los técnicos desplazados al lugar del siniestro indicaron que en la carretera no había ninguna señal de frenada.
Por su parte, uno de los supervivientes declaró que había sentido un pinchazo y el conductor intentó controlar «desesperadamente» el vehículo, sin éxito.
