El presunto ataque con armas químicas por parte del Gobierno sirio sobre la periferia de Damasco continúa incrementando la tensión en la comunidad internacional. Si a lo largo de esta semana varios países, como Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, han abogado por una intervención en la nación árabe, llegándose incluso a hablar de fechas, Naciones Unidas intentó ayer frenar dichos ánimos, al asegurar que cualquier acción militar «debe tener el aval del Consejo de Seguridad» del organismo.
Así lo aseveró el mediador internacional y enviado especial de la ONU para Siria, Lajdar Brahimi, quien agregó que rechaza personalmente una actuación castrense «por principios» y recordó que el derecho internacional exige que un ataque a Siria sea aprobado por los 15 miembros del máximo órgano de poder de Naciones Unidas.
Este visto bueno se antoja complicado, más teniendo en cuenta que entre los miembros permanentes del Consejo se encuentran Rusia y China, firmes aliados del régimen de Bachar al Asad. Sin embargo, todo parece indicar que el beneplácito de la ONU puede se obviado por la OTAN, que tras una reunión de urgencia en Bruselas determinó que la culpa del bombardeo que el pasado día 21 mató, supuestamente, a más de un millar de personas, es del Ejecutivo de Damasco.
Además de determinar que el Ejército es el responsable del uso de armas químicas, los países aliados también remarcaron que dicha acción «no puede quedar sin respuesta», si bien continuaron sin considerar un papel militar en solitario en el conflicto. Tal y como detalló el secretario general de la institución, Anders Fogh Rasmussen, el organismo «observará detalladamente» la situación y seguirá protegiendo la frontera con Turquía. Eso sí, en caso de que ese Estado, miembro de la OTAN, fuera atacado desde Siria, la posición podría cambiar al respecto.
Por su parte, el Reino Unido celebrará hoy unasesión extraordinaria de su Parlamento para determinar la acción a seguir en el país árabe.
A la espera de la resolución, las fuerzas conjuntas jordanas y estadounidenses se movilizaron a lo largo de la frontera de Siria y Jordania, hasta donde llegaron decenas de tanques y jets de combate.
Además, residentes cercanos a la ciudad fronteriza de Ramtha, a pocos kilómetros de Daraa, aseguraron que varios aviones no tripulados sobrevolaron el lugar monitoreando la situación.
Por su parte, el régimen aseveró que el presunto ataque químico fue llevado a cabo por las tropas rebeldes y agregó que Estados Unidos, el Reino Unido y Francia han estado ayudando a los insurgentes a utilizar este tipo de material bélico.
Además, y en previsión de la posible intervención, el primer ministro del país, Wael al Halqui, advirtió a Occidente de que el país se convertirá en «el cementerio de los invasores» si se produce la ofensiva internacional.
«La nación va a soprender a los agresores, como lo hizo durante la guerra árabe-israelí de 1973. No se va a asustar por sus amenazas colonialistas y ninguna fuerza del mundo podrá vencerla», garantizó en un mensaje televisado. Así, agregó que el país saldrá «de la crisis fortalecido» y destacó que el Gobierno «hará frente a la mentira de la acusación de Occidente con la resistencia del pueblo, su cohesión y su apoyo al Ejército».
