Posiblemente, “la Sargentada de La Granja” (1836) sea el hecho histórico más relevante acaecido en el Real Sitio. Sin embargo, las mentiras que se dijeron a lo largo del siglo XIX de aquel acontecimiento y el paso de los años derivaron en una falta de interés en celebrar la efeméride. Hasta que, en 2002, la Sociedad Castellarnau se empeñó en rescatar “la Sargentada” del olvido en que había caído con una recreación, divertida y didáctica, que ha ido cambiando levemente de formato desde su primera edición.
De inicio, la Sociedad Castellarnau trataba de divulgar los sucesos de la noche del 12 al 13 de agosto de 1836, cuando un grupo de insurrectos sargentos obligó a la regente María Cristina (viuda de Fernando VII y madre de Isabel II) a restablecer la Constitución de Cádiz. Fue la última vez que ‘la Pepa’ estuvo en vigor. Lo hizo durante poco tiempo, un año, hasta que se promulgó la Constitución de 1837.
En este “afán promocional”, la Sociedad Castellarnau ha recurrido a múltiples recursos. Así, “la Sargentada” lo mismo ha acogido actuaciones musicales, presentaciones de libro o guiñoles. En la edición de ayer, los organizadores se decantaron por los guiñoles, en concreto por una pequeña obra, “El sargentillo valiente”, ya representada años atrás. La principal novedad fue el escenario de la recreación, la Plaza de los Dolores.
Y allí, cerca de dos centenares de personas aprendieron ayer que la disolución de la Milicia Nacional decretada en aquel lejano verano de 1836 exaltó el ánimo de la tropa, en cuyo seno habían calado las ideas liberales. Y que, en la noche del 12 al 13 de agosto, los soldados salieron del cuartel del Pajarón, presentándose en el Palacio para exigir a la regente María Cristina la firma de la Constitución de Cádiz de 1812. La recreación de la Sociedad Castellarnau, que derrumba los viejos mitos sobre “la Sargentada” —entre ellos los que tachaban a los sublevados de violentos y borrachos— gustó al público congregado, que también supo que aquel histórico suceso no produjo ninguna víctima mortal en el Real Sitio, y que en Madrid, los liberales salieron a las calles gritando “¡La Granja!, ¡La Granja!”, según cuentan las crónicas de la época. Unas crónicas que, ahora, La Granja no quiere que vuelvan a caer en el olvido sino que estén siempre presentes.
