Lo más significativo de la novillada, primer festejo del ciclo de Aguilafuente, fue el excelente juego que ofrecieron los bien presentados erales de El Serrano. Bravos, nobles y con un punto de genio que les hacía ofertar una más pronta arrancada y largo recorrido en la embetida. Primero y tercero premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre.
La plaza registró un espectacular lleno, algo que se prodiga poco en los tiempos actuales. Gran ambiente con el colorido vistoso de las peñas. Tarde de mucho calor. Presidió Raquel Alonso, bien y coherente en sus apreciaciones. La reina de las fiestas y damas de honor, ocuparon sitial preferente en el palco presidencial luciendo su joven belleza y palmito, ataviadas con mantilla y peineta. Un dechado de esplendor femenino. Preámbulo con desfile de las guapas oficiales y en el intermedio espectáculo personal y alegre por parte de un elevado colectivo de gente feliz que fue acogido con muestras de satisfacción por parte del respetable.
Sebastian Caqueza. El de Villarobledo de azul cobalto y oro, se las vio con un bravo animal al que lanceó abierto el compás cerrando con una buena media verónica. Rehileteó con dos pares, bueno el primero y el otro al «violín». Doblones de probatura y en redondo se esmeró en componer muletazos de excelente compostura, medidos y templados. Desparpajo y cierta solvencia aportando galanura torera, aunque en ciertas fases mostrara actitud acelerada en la interpretación del toreo fundamental. Molinetes, pinchazo y estocada. Dos orejas.
Igor pereira. El brasileño afincado en Cantalejo, mostró mucho valor, dosis de toreo pleno de quietud y cierta bisoñez y prisas sin motivo alguno. De celeste y oro. De frente y por detrás lances entre olés. Puso tres pares con diferente resultado, mejor el que cerraba tercio. Pase cambiado y buenos muletazos templados y con sentido estético. Válido y lúcido el toreo y a veces no. Se embarulla en determinados momentos y debe aplacar las ansias por querer hacer varias cosas al mismo tiempo. Una serie de mano baja tuvo enorme calidad y brilló con luz propia. Giraldillas, pinchazo, estocada y oreja.
En el que cerraba plaza, Dos únicos lances de saludo y después tras el quite de Caqueza quitó pòr tafalleras con vistosidad. Rehileteó irregularmente. Doblones eficaces y destellos de un toreo que tiene que mejorar en puntos clave pero que auna momentos intensos y de buen gusto. Prevalece su figura estética y un don fundamental: el valor. Hubo una fase en la cual lució el toreo al natural con mano baja, temple y densidad en la distancia. Mató mal escuchando palmas.
Francisco Jose Romera. Pues resulta que nadie se esperaba que el soblesaiente del festejo actuará como espada. Lo hizo y bien. De grana y oro. Se dobla con autoridad y pasa a mayores con hechuras y porte torero. Arrastra el engaño que el extraordinario burel acompaña incluso haciendo «el avión». Templa divinamente, cumple series ligadas y mayesmática compostura, enciende el entusiasmo polular y cuaja gran faena con matices muy elocuentes y con personal tauromaquia. Magnícos fluyen los naturales al son de la franca embestida del novillo. Se suceden los momentos mágicos y la faena adquiere relieve y brillantez. Estocada y dos orejas.
Comentario final. La plaza de toros de Aguilafuente fue inaugurada en 1982 y desde entonces ha ido asentando sus reales y acogiendo diveros festejos de diferente concepto. Siempre con los tendidos llenos y con un ambiente muy especial. Este cronista se inspira en lo personal y profesional en la cordial acogida que se le dispensa y en disfrute de sus espectáculos taurinos que después, gustoso, lleva a las páginas de este diario. Jesús Ballesteros el alcalde, la conceja Raquel Arranz en su faceta de presidenta del festejo, Manolo garcía, Fermín Reyes…. un placer y gracias por todo.
