Es una de las mayores matanzas registradas desde que comenzara el conflicto sirio hace un año y cuatro meses. Un grupo rebelde, que lucha contra las fuerzas gubernamentales en la provincia de Hama, cifró ayer en más de 220 las víctimas, en su mayoría civiles, que murieron como consecuencia de la aniquilación perpetrada en la pequeña localidad de Tremseh por fuerzas leales al presidente, Bashar al Asad.
El Consejo de Dirección de la Revolución del distrito aseguró en un comunicado que los ciudadanos fallecieron a causa de bombardeos efectuados por «carros de combate y helicópteros, del impacto de proyectiles de artillería y en ejecuciones de milicianos alauís, que fueron matando una a una a sus víctimas, incluso algunos civiles perdieron la vida mientras intentaban huir». Algunas informaciones proporcionadas por la oposición indicaron que en esa localidad estaban apostados varios miembros del Ejército Libre Sirio, que está tratando de derrocar al régimen de Al Asad.
Unos activistas opositores publicaron ayer un vídeo que muestra los cadáveres ensangrentados y alineados en el suelo de 15 jóvenes. «Los mártires de Tremseh, 12 de julio de 2012. Alá es grande», manifestó una voz en la grabación. Algunos de los cuerpos tenían heridas de bala en el abdomen y la mayoría llevaban vaqueros y camiseta. Aparentemente, todas las víctimas tenían edad para combatir.
Según dichas fuentes, el Ejército atacó Tremseh para expulsar a los rebeldes, rodeando la localidad y dejando atrapados a los civiles. Varios testigos les dijeron que muchos ciudadanos murieron apuñalados o por disparos y que los cadáveres fueron quemados y tirados en la calle.
De momento no se han publicado pruebas que demuestren que, como aseguran los opositores, entre las víctimas haya mujeres y niños. Otras matanzas que se han cometido durante la rebelión siria son la ocurrida el pasado 6 de junio en la localidad de Mazraat al Qubeir, donde 78 personas fallecieron apuñaladas, por disparos o quemadas vivas a manos de combatientes leales al Gobierno, y la acaecida el pasado 25 de mayo en la ciudad de Hula, donde murieron 108 hombres, mujeres y niños.
Así, el representante especial de la ONU y la Liga Árabe para el país en conflicto, Kofi Annan, afirmó que esta masacre demuestra que se están ignorando las resoluciones de Naciones Unidas y que hay que dejar claro que habrá consecuencias. «Trágicamente, tenemos otro nefasto recordatorio de que se siguen desobedeciendo las resoluciones del Consejo», relató en una misiva.
Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos aseguró que estas atrocidades ponen de manifiesto la necesidad de adoptar una respuesta internacional coordinada en el seno de Naciones Unidas, aunque hasta ahora Rusia y China han vetado cualquier resolución crítica con el régimen de Al Asad.
Además, las autoridades sirias comenzaron a trasladar parte de sus armas químicas fuera de los almacenes, según informaron ayer funcionarios norteamericanos. Desde el comienzo del conflicto, en marzo de 2011, los aliados han observado con preocupación las reservas de gas sarín, gas mostaza y cianuro de Siria.
