Apenas dos días después del paso de la tormenta Sandy por Estados Unidos, la Costa Este intentó ayer volver lentamente a la normalidad con el comienzo de las tareas de desescombro, aunque en muchos lugares seguía cortada la electricidad y aún había zonas inundadas. Los daños materiales se estiman en hasta 20.000 millones de dólares (unos 15.500 millones de euros). De esta forma, se convirtió en la décima tormenta más cara de la historia para el territorio estadounidense. Según los meteorólogos el ciclón amenaza a Canadá, aunque muy debilitado.
En cuanto al balance de víctimas, la cifra de muertos por el paso habría aumentado a 50, según indicó la cadena CNN en base a fuentes oficiales. La mitad de las muertes se registraron en el estado de Nueva York.
Precisamente en la Gran Manzana, los autobuses volvieron a circular, dos de los tres aeropuertos reabrieron y hoy el metro de la ciudad comenzará, parcialmente, a realizar sus viajes. No habrá transporte suburbano en las zonas bajas de Manhattan, fuertemente afectadas por las inundaciones y donde siguen sin electricidad, según reveló el gobernador de ese Estado, Andrew Cuomo.
Además, algunos ferries volvieron a hacer el trayecto entre Nueva York y Nueva Jersey, dos de las zonas más afectadas por la tormenta, si bien por el momento no se pudo indicar cuándo se retomará el servicio a Staten Island que suelen utilizar los turistas.
Asimismo, después de dos días de interrupción de la actividad en los mercados financieros, la Bolsa de la ciudad reanudó su actividad, después de que el alcalde, Michael Bloomberg, hiciese sonar la campana que marca la apertura de los mercados.
Por su parte, el presidente Barack Obama llegó a Nueva Jersey, donde, junto al máximo dirigente de ese territorio, supervisará los daños provocados por la tormenta. El líder demócrata interrumpió abruptamente el pasado lunes su campaña electoral para concentrarse en la coordinación de la respuesta a Sandy. Entretanto, el candidato republicano Mitt Romney reanudó su campaña con un acto en Florida, donde hizo un llamamiento a la solidaridad.
Los devastadores daños de la tormenta alteraron también los planes de los estadounidenses para la tradicional noche de Halloween. El gran desfile de Nueva York, para el que se esperaba la asistencia de unas 40.000 personas, fue cancelado por primera vez en casi 40 años. Asimismo, Obama canceló la fiesta de Halloween en la Casa Blanca, a la que el pasado año acudieron unos 2.000 niños.
