Quien a estas alturas se atreva a cuestionar el talento de Pedro Reyes como el de uno de los mejores cómicos de este país (y sin salir en el anuncio de Campofrío) cometerá una soberana injusticia. El andaluz es sin duda digno heredero de una peculiar forma de entender el humor desde el absurdo, cuya senda abrieron Miguel Gila y Tip y Coll y por la que transita desde hace casi treinta años con el reconocimiento de crítica y público.
Quienes ya peinamos alguna cana, recordamos sus esperpénticas y sorprendentes apariciones en «La Bola de Cristal» junto a Pablo Carbonell recreando episodios históricos y mitológicos en los que ya hacía gala de una comicidad rompedora e iconoclasta, ajena a las modas de los 80 capitalizadas por los chistes de Arévalo y las caricaturas e imitaciones de Bigote Arrocet.
Reyes abrió en la tarde del sábado la programación de 2012 del Teatro Juan Bravo con su espectáculo «El cielo es infinito… pero un poco estrecho», en el que durante casi hora y media expuso en forma de monólogos un completo arsenal de emociones en las que la religión, la política y las costumbres son laceradas por el afilado bisturí de su comicidad. La evolución, la creación, el santoral, los cuentos infantiles… todo pasa por la memoria de Reyes para desmenuzarlo y hacer reir al respetable con un tartazo a la conciencia que también sirve para agitarla y devolverla a la realidad.
El espectáculo no puede ser más sencillo, y se fundamenta en la inagotable capacidad del actor y cómico para ponerse en todas y cada una de las situaciones que interpreta, con el histrionismo en cada palabra, cada frase y cada gesto. El fulgurante comienzo de la primera media hora no consigue mantenerse durante la segunda parte, y los guiones caen en ocasiones en lugares comunes ya transitados e incluso utilizando como excusa narrativa algunos de esos divertidos -y a veces irritantes- power points que llegan al correo electrónico con anécdotas y chistes, como en el caso del monólogo del hombre y la
creación.
En cualquier caso, ninguno de los espectadores que asistió a la primera función oficial de 2012 en el Juan Bravo pudo decir que pasó un mal rato, ya que la risa fue la banda sonora oficial de la actuación del cómico, que seguramente tendrá que volver a Segovia a recuperar el agua que consumió durante la actuación
… ¿o no?.
