Al final no hubo nieve. Ni tampoco lluvia. Ni siquiera viento. Y lo que se anunciaba como posible huracán mirando al pasado, pasó y terminó sonando como una versión de Dylan.
Fue eso el partido entre La Granja y el Huracán Z; uno de los miles de intentos de ‘Hurricane’ que circulan en youtube, pero nunca el genio del original. Digamos que fue una de esas versiones en las que la letra, gracias al cielo, permanece y la música se aleja hasta el horror; La Granja fue algo así como lo primero, especialmente en la bonita jugada que dio pie al 2-1, y el Huracán fue lo segundo.
Los leoneses únicamente pusieron el título y afinaron una sola vez en todo el partido; al inaugurar el marcador en el minuto 27 con la fortuna de quien dispara una sola vez, hace al balón salir rebotado de un defensa, y logra que se cuele por la escuadra gracias a una floja parábola a la que ni siquiera un guante pegando el estirón puede llegar.
El 1-0 fue la A del partido, pero durante el tiempo que se prolongó el encuentro, al Huracán se le olvidó el resto del abecedario en casa. Incluido el apellido. La Granja, por su parte, tardó en encontrar las vocales y consonantes con las que se formaba la palabra victoria, y si a la segunda mitad se llegó con empate a uno, gracias a un balón peinado de Lamas en una falta al borde del área y del descanso, fue por pura objetividad.
No había nada más merecido que las tablas en un encuentro en el que por balonazos, por velocidad del balón, por falta de juego, o de precisión, el futuro de ambos equipos estaba quedando en el aire. Pero afortuandamente para el público de El Hospital, la melodía cambió en la segunda mitad.
Hubo más balones jugados por el suelo, más protagonismo para la clase de jugadores como Quique con el esférico en los pies, menos balones colgados a un Adrián que en punta y solo pierde gran parte de su mucho sentido en el once, y más cosas. Varias más. La Granja creó en diez minutos más ocasiones de las que había hecho en cuarenta y cinco, y los goles terminaron cayendo del lado único en el que se vio intención.
Juli, tras correr sin descanso un envío en largo de Adrián, logró el 3-1 final. Tres goles, tres puntos y… a otra canción.
