La muerte ha sido y es noticia. Solo hace falta echar un vistazo a las portadas de los periódicos o a las noticias más leídas de sus páginas web para comprobar que los hechos luctuosos suscitan el interés y la curiosidad de la mayoría. EL ADELANTADO DE SEGOVIA, a lo largo de su historia ya más que centenaria, ha reflejado fielmente esa convivencia de la sociedad con la muerte, y las esquelas mortuorias son una de las fuentes de información que quizá menos han variado en los últimos cien años.
El profesor Bernardino Hernando, de la Universidad Complutense, en su estudio ‘La muerte mensajera: Las esquelas de defunción como elemento informativo’ asegura que, aunque por sus características pueden considerarse publicidad, su carga informativa exige un análisis más amplio, sin obviar que en ellas “se cobija el aspecto más humano del periódico”.
Las esquelas ocupan un espacio informativo particular en el que se mezclan publicidad y sentimiento, datos y emoción, información y, a veces, opinión. Siguiendo la publicación de estos espacios en EL ADELANTADO durante el último siglo, llama la atención que los esquemas de las empresas funerarias han variado relativamente poco.
Sin embargo, en ocasiones contienen algún dato que aporta un valor añadido por su extrañeza o generación de emoción. La primera esquela publicada por EL ADELANTADO se sale, en este sentido, de lo habitual, pues indica la hora exacta de la muerte del finado, las siete de la mañana, en este caso de un médico auxiliar de la Administración de Justicia.
La ubicación de las esquelas en el periódico es también otra característica cambiante. En los primeros años del siglo XX era relativamente frecuente que la esquela de algún personaje relevante ocupara toda la portada. Este es el caso, entre otros muchos, de la publicada a finales de noviembre de 1912 con motivo del fallecimiento del exalcalde de Segovia José Rodríguez Fraile.
Décadas más tarde, en 1951, llama la atención encontrar cuatro esquelas en las páginas de Deportes, compartiendo espacio con la crónica del partido de fútbol que disputó la Gimnástica Segoviana con el Miguel Prado.
Otra peculiaridad de las esquelas es que, con frecuencia, utilizan diminutivos o incluso apelativos o motes. Un ejemplo antiguo es la esquela del niño Eduardito Vinuesa, publicada en 1930. Por otro lado, las esquelas infantiles se diferenciaban de las de adultos porque en lugar de estar presididas por una cruz, llevaban ángeles.
EL ADELANTADO de hace un siglo era ya una publicación muy apegado a lo local, hasta el punto de que una de sus secciones, ‘De sociedad’, incluía casi a diario el epígrafe ‘Enfermos’, dando cuenta del estado de salud de personas conocidas en la ciudad que pasaban algún padecimiento. Por desgracia, no en pocas ocasiones a los pocos días, o incluso al siguiente de su publicación, una esquela confirmaba la gravedad de la noticia. Un ejemplo es la siguiente nota, publicada hace ahora un siglo: “Se encuentra enfermo de cuidado, habiéndole sido administrado el Santo viático, el guardia civil de esta Comandancia don Casimiro Cabrejas López. Deseamos su alivio”.
“Es de rúbrica”.- En ese caso, no fue la víspera, el 31, sino el mismo día 1, con repetición de la función al día siguiente, día de los fieles difuntos, cuando se representó Don Juan Tenorio, y no fue en el Juan Bravo, que todavía no existía, sino en el Miñón. A tenor de la crítica publicada por EL ADELANTADO el día 2, fue todo un éxito. La crónica, sin firma, empezaba así: “Es de rúbrica —es norma— que en el día en el que la Iglesia conmemora la festividad de Todos los Santos, se ponga en todos los teatros el religioso drama de Zorrilla…”
Publicaba también el diario una amplia nota religiosa explicando el significado tanto de esa festividad como del día dedicado a las ánimas, y una crónica del día anterior que comenzaba “sin nada nuevo pasó en Segovia el día de ayer, día de tristes recuerdos” y comentaba que “durante la tarde toda Segovia desfiló por el cementerio”, sin obviar una crítica a quienes “con poco respeto de otros, hacen de la triste fiesta algo así como una romería”. “La nota paradójica la ofrecieron también los clásicos buñuelos. Por último, las campanas, con su lúgubre tañido, invitaban al vecindario a retirarse en sus casas y a musitar una oración por los difuntos”, concluía.
