A estas alturas de la temporada, ni al seguidor más optimista de la Segoviana le puede caber la más mínima esperanza de que el equipo logre salvar la categoría, y más después de que el equipo sólo pudiera sumar un punto en el encuentro que le enfrentó al Palencia en el campo de La Albuera. Lo peor de todo es que los propios jugadores han dejado de creer en sus posibilidades de salvación.
El conjunto gimnástico ha ido sufriendo durante toda la temporada el rigor de la Ley de Murphy, aquella que dice que “todo lo que puede salir mal, saldrá mal”. Tanto fue así que, para redondear una temporada escasa de buenas noticias, resulta que el escenario donde se disputaba el encuentro en el que la Segoviana se jugaba el descenso acogió durante la semana previa al choque seis partidos de rugby bajo la lluvia. Decir que el terreno de juego estaba en mal estado es quedarse corto, pero… es lo que hay. De todas formas, que no hay que preocuparse, que el Getafe no se preocupe, que por cincuenta balones se encontrará en julio una alfombra para hacer su pretemporada.
Si al estado del terreno de juego se le añaden los lógicos nervios de todos los jugadores por aquello de la presión de jugarse el descenso (que el Palencia tampoco está para tirar cohetes) no fue de extrañar que el partido tuviera pocos motivos para que los aficionados pudieran aplaudir.
Y eso que la Segoviana (¡oh, sorpresa!) entró al partido con mejor talante que su rival, aunque los sustos en forma de arriesgadas cesiones a Iván estuvieran a la orden del día. Anel y Pablo formaron un tándem solvente en el eje de la zaga, por más que las espaldas de los laterales fueran demasiado visitadas. La presencia de dos delanteros natos como Terleira y Pino, con Fran y Font entrando por las bandas, contribuyó a teñir de azulgrana la zona ofensiva, aunque la aportación de Maikel, al que se le nota muy falto de forma, no fuera demasiado brillante en la medular.
Así, Terleira estuvo muy vivo en un saque de banda para enviar a Font, que remontó la línea de fondo con la defensa palentina descolocada, y puso el esférico hacia atrás, para que Fran Dorado, en semifallo, subiera el 1-0 al marcador. Poco después, un contragolpe azulgrana le dio la opción de Pino de colocar un gran balón a Font, que en el mano a mano frente a Mario estrelló el esférico en el larguero.
La pólvora de la Segoviana llegó hasta esa acción de Font, porque el equipo azulgrana ya no volvió a chutar con peligro sobre la portería de un Mario que se marchó de La Albuera sin apenas haberse manchado los guantes. Los jugadores palentinos, sólo con correr y presionar, pasaron a controlar a su oponente, y se encontraron con un gol en el primer remate a los palos de la meta local. Carril recogió un balón a pocos metros del área, sorteó a dos rivales, y lanzó con mucha colocación haciendo imposible la estirada de Iván.
El empate reflejó la realidad del partido, malísimo por ambas partes, con constantes imprecisiones en los pases, incluso en los más sencillos. La Segoviana continuó en su cuesta abajo, mientras que el Palencia tampoco parecía querer más, maniatado como tenía a los delanteros gimnásticos, y con un buen hueco en el centro del campo por donde trabajar el partido, ya que Ricardo estaba demasiado solo en la zona ancha del campo intentando recuperar los balones que caían por su área de influencia.
Un remate flojo de Fran que detuvo Mario sin problemas dio paso al descanso, tras el que volvió a salir el equipo de casa con mejor aspecto que su oponente. Font trató de explotar la debilidad del lateral Serrano, con problemas físicos, pero sus envíos desde la banda, que no fueron tantos, nunca encontraron rematador.
Paulatinamente el partido volvió a venirse abajo, y por momentos no daba la sensación de que la Segoviana se estuviera jugando la vida en el encuentro, un hecho que llegó a desesperar a un sector de la afición. Así estaba el partido cuando Fran, que había visto una tarjeta amarilla muy rigurosa en el primer tiempo, le dio al árbitro la oportunidad de erigirse en protagonista del choque en una acción de escasa trascendencia, que sin embargo terminó con el goleador azulgrana expulsado por dar al balón con el brazo. Ya saben, lo de la Ley de Murphy y tal…
La Segoviana, que no tenía mordiente con once, dejó su ataque reducido a cenizas con diez. Fue entonces cuando aparecieron los reflejos de Iván para salvar a los azulgranas del 1-2, rechazando un remate a bocajarro de Serrano, y la miopía del colegiado, que en la continuación de la jugada se comió unas claras manos de un jugador gimnástico.
Tras un saque de esquina que el visitante Rubén Reyes estrelló en el larguero, la Segoviana tiró de orgullo y logró terminar el partido en el área visitante, con una falta, un córner que Pablo Morales remató alto, y un par de saques de banda con el barullo subsiguiente, y la lógica petición de penalti en cuanto el balón hacía un extraño entre tanto jugador obsesionado por golpearle como fuera. Al final, el reparto de puntos enfadó muchísimo al entrenador del Palencia, que recriminó a sus jugadores la falta de ambición para irse a por el partido frente a un rival que acabó con nueve por la expulsión de Font, pero no dejó a la Segoviana especialmente alicaída. Quizá porque el descenso ya era un hecho bastantes jornadas antes de este partido. Eso es algo que, tristemente, ni el más optimista sueña ya con evitar.
