Estuvieron medio año obligadas a vivir en común, a compartir tiempo, espacio, movimientos… y un órgano tan importante para la vida como es el hígado, pero una vez que alcanzaron un peso de 12 kilos, los médicos del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona decidieron que había llegado el momento de separar a Nuria y Marta, unas hermanas siamesas que ya tienen vidas independientes.
Hace tan solo tres semanas se las sometió a una operación muy delicada que duró cerca de siete horas y que permitió que ambas lleven a cabo actualmente una «vida normal». Las pequeñas, que pudieron crecer y alimentarse correctamente hasta que alcanzaron los seis kilos cada una, el mínimo necesario para operar reduciendo las complicaciones futuras, hoy se encuentran recuperadas y, según explicó el codirector del Programa de Cirugía Fetal, José Luis Peiró, no tendrán por qué tener secuelas de esta intervención en un futuro.
En el quirófano estuvieron cirujanos pediátricos y plásticos, anestesistas, obstetras, neonatólogos, radiólogos y enfermeras y auxiliares que realizaron una separación de vísceras y del hígado de las pequeñas, que ahora solo acuden al hospital para revisiones periódicas. Se utilizaron dos quirófanos para atender a las pequeñas en el momento de la separación de abdomen y de la parte baja del esternón, que también requirió de la división de los equipos para asegurar el cierre de la intervención.
La madre de las pequeñas, Meritxell Feliu, explicó que la malformación se detectó en la primera ecografía de las 12 semanas, y pese a que el centro no le garantizó totalmente el éxito de la intervención, puso todos los medios técnicos para ello, defendió. Con este fin, planificó el parto por cesárea para los ocho meses de gestación, en que nacieron con un único cordón umbilical muy grande y una media de 1,5 kilos de peso cada una, como señaló el jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica y líder de la operación, Vicenç Martínez, que detalló que a los 27 días ya tenían el alta médica.
Para planear la reciente operación se llevaron a cabo numerosos estudios morfológicos y clínicos de las dos niñas, que determinaron que el único órgano vital que compartían era el hígado, a pesar de que la certidumbre total no se pudo tener hasta el momento de la operación. A partir de ahora las niñas compartirán su vida, pero de manera independiente.
