En el campo, en las entradas de carreteras y caminos, en las lindes, junto a la iglesia, … son símbolos, son cruces, de piedra por lo general. Referencias perpetuas de recuerdos y efemérides surgidas en el tiempo y distribuidas por distintos lugares. Periodos, en los que quizá el hombre, en el medio rural, en muchos de los casos, pasara con asueto y entrega más horas unido a la tierra, al trabajo agrícola y ganadero. Las que aparecen en el casco urbano, se adosan a la iglesia.
En el término municipal de Valseca se distribuyen varias cruces, localizadas por distintos sitios, posadas en el devenir del paso de los días y la memoria. Partiendo desde el casco urbano cuatro son las cruces de piedra caliza y de estructura idéntica, que se sitúan a las salidas del municipio. En el camino de Segovia, junto a la ermita de San Roque; en la carretera de Hontanares, en la bifurcación al nuevo cementerio; en la carretera de Segovia, junto al Caño; y en el camino de Los Huertos, junto al hoy Camino de Santiago.
Siguiendo la pista de este último lugar, a unos doscientos metros encontramos la única cruz metálica. Es la dedicada a Pedro Luengo Benito, y que reza: “falleció el 14 de octubre de 1898. RIP.”. Según el testimonio de las personas más mayores, “como consecuencia de un accidente surgido en el carro, al descender la cuesta”.
Prolongado este camino, ya en el cruce conocido como “las cruzadas”, se situaba una vieja peana de piedra caliza, con una inscripción, “Valseca de Boones 1247”, que fue trasladada en 1999 a uno de los parques del pueblo, para muestra significativa. Pero que dada su antigüedad e historia, bien podría ser aconsejable, situarla en el museo de Rocas, fósiles y minerales local, del centro cultural Doctor Velasco, al objeto de conservarla y exhibirla. Sobre ella, dada su cavidad, se supone una cruz metálica anclada.
Desviando de trayectoria hacia el camino de Segovia, en el lugar de “El Subidero”, junto a una linde se encontraba la conocida “la Cruz del rayo”, hoy desaparecida. Los vecinos de más edad, la recuerdan “años atrás de realizar la concentración parcelaria del municipio”. Su tutela estaba referida a un trágico accidente. Y en una divisa próxima, en un altozano, quizá se sitúe la cruz que más impresionaba, “la cruz del Justo”, desgraciadamente rota por el desatino de alguna persona. Los restos y su peana, con inscripción, prenden hoy, junto a una falla rocosa y un vertido de arcilla, su testimonio dice: “Aquí murió Justo Herranz. Año de 1764”. El cruel destino, contemplado el desnivel del terreno, es de predecir que sucediera de otro accidente de carrocería.
Tomando el camino Bernuy, junto al paraje de El Berrocal, en un lindazo, permanece “la cruz de Anselmo Herranz”. Una referencia, como nos recuerda el vecino de Valseca, Aquilino Herranz, que aún se contempla en la escritura de la tierra anexa. Es de suponer, que en dicho terraplén, sucediera un vuelco del carro agrícola. El pedestal, que se encontraba cubierto de tierra, fue descubierta hace unos años por algún vecino, pero no se encontró ningún vestigio ni constatación. En esta zona del término, también hay otra referencia literal. En el libro de Teodoro García, “Valseca de Boones”, página 19, señala, que “en 1767 se puso una cruz, que llaman de Pedro Pérez, en el camino Real de San Medel”, una custodia hoy desaparecida.
Centrados ya en el casco urbano, la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, acoge en su vallado perimetral varias cruces de piedra caliza, muy deterioradas. En el interior del perímetro del templo, destaca especialmente, la denominada, “Cruz de los Mozos”, de piedra de granito, que ya se conservaba allí antes de que se construyera la nueva iglesia neoclásica(1749-1751). La cruz dice en su peana: “Esta cruz se hizo de la Ofrenda de los Mozos. Año de 1668”.
También en el interior, junto a la entrada a la iglesia, se sitúa una cruz de piedra caliza, más reciente. Fechada el 15 de diciembre de 1949, viene a recordar a José A. Primo de Rivera y los vecinos fallecidos en la Guerra Civil, Damaso Santos y Tomás Segovia. Son cruces, son elementos y vestigios que forman parte del paisaje y de la pequeña historia pasada y presente del municipio, que desde el respeto debieran perdurar.
