La desesperación del PP y de buena parte de la sociedad española, conscientes de que será tan imposible adelantar las elecciones como aguantar dos años más con el actual Ejecutivo, incapaz de gestionar una situación de crisis cada vez más aguda, llevó ayer al vicesecretario del PP, Javier Arenas, y al propio líder de los populares, Mariano Rajoy, a entreabrir la puerta a fórmulas de Gobierno más creativas, que pasarían por algún tipo de coalición que permita sacar al país de su actual marasmo.
Sin realizar ninguna oferta concreta, el jefe de la oposición se limitó a mostrar su absoluto rechazo a la posibilidad de compartir el poder en el ámbito de un Gabinete presidido por Rodríguez Zapatero, pero no descartó que tal fórmula incluyera incluso a un PSOE con otro líder. A juicio del jefe de la formación conservadora, el actual inquilino de Moncloa carece, tanto en lo personal como en sus decisiones económicas, de toda credibilidad. «No veo que tenga ningún proyecto político para resolver los problemas que en este momento existen en nuestro país», apostilló Rajoy antes de apostar por que en los «asuntos de Estado» haya un acuerdo entre los dos grandes partidos, al que puedan sumarse también otras fuerzas políticas.
Según subrayó, el PP «siempre ha creído» en los grandes acuerdos en cuestiones como el modelo territorial, la lucha contra el terrorismo, la Justicia o las pensiones.
Sin embargo, acusó al Ejecutivo socialista de haber provocado la ruptura de algunos de esos consensos globales al promover de forma unilateral medidas como la aprobación del Estatuto catalán o la congelación de las pensiones.
Acto seguido, el máximo dirigente de Génova recordó que en la pasada legislatura también el PSOE rompió el Pacto Antiterrorista al negociar con ETA, «aunque luego, por fortuna, se produjo una rectificación».
Como la más urgente prioridad a la hora de establecer políticas conjuntas, el líder de los populares citó la «reducción drástica» del déficit del sector público, así como la necesidad de «afrontar con todas sus consecuencias la reestructuración del sistema financiero». Ambas aspiraciones, prosiguió Rajoy, deben ir acompañados de un plan de reformas «inaplazables» para «volver a una sólida senda de crecimiento sostenido y estable», crear empleo y devolver a España su «reputación internacional».
Tales reformas necesitan, siempre a juicio del jefe del PP, el respaldo de una amplia mayoría parlamentaria y, «cuando menos, el de las dos grandes fuerzas», pero, sobre todo, «un escenario temporal más dilatado» del que dispone Zapatero. «A este Ejecutivo no solo le falta tiempo, sino, sobre todo, credibilidad», resaltó antes de aseverar que su partido está preparado «para asumir la responsabilidad de Gobierno en cualquier momento». «La cuestión no es si podemos hacerlo o no, sino cuándo lo vamos a hacer», apuntó, para agregar que, «hasta que ese necesario cambio de rumbo no se produzca», el PP seguirá planteando su alternativa y reclamando las medidas que necesita España.
La réplica llegó por boca de la vicepresidenta De la Vega, quien quiso dejar claro que «es evidente que no va a haber ningún Gobierno de coalición». «Hay un hecho claro» y es que «el presidente Zapatero le ha ganado siempre en las urnas al señor Rajoy, que sin duda está convencido de que solo podrá llegar al poder si no tiene que enfrentarse con el Zapatero», zanjó.
