Nunca una metedura de pata fue tan cara. El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, desveló ayer, a eso de las cuatro de la tarde, y ante un corrillo de periodistas extranjeros, que su comunidad autónoma necesitará ayuda del Estado para pagar su deuda este año a través de la creación de algún mecanismo de refinanciación. Este pequeño deseo y gran queja tuvo consecuencias catastróficas, ya que la prima de riesgo, que en esos momentos se encontraba reposando en los 475,8 al inicio de la sesión y casi de fin de semana, sin poder quitarse de sus preocupaciones a Grecia, subió como la espuma con la consiguiente y devastadora consecuencia económica y se quedó en el máximo histórico de los 494 puntos, habiendo superado los 500 durante unos minutos que se hicieron interminables.
«No nos importa cómo lo hagan, pero necesitamos pagar a fin de mes. Una economía no se recupera si no puede pagar sus deudas», advirtió el dirigente nacionalista en Madrid, pocas horas antes de asistir a la polémica final de la Copa del Rey entre el Barça de sus amores y el Athletic de Bilbao.
Quizás fútbol y política se volvieron a mezclar -así como ese sentimiento de euforia, con la sinceridad acusada como ADN, que rodea a todo gran acontecimiento deportivo- pero, a pesar de que un portavoz de la Generalitat quiso quitar hierro al asunto matizando que su jefe se refería a los pagos corrientes mensuales y no a que este mes sea la fecha límite de pago, el mal ya estaba hecho.
Y es que, como bien dice el refranero popular, lo escrito escrito queda -por grabadora en este caso-, y Mas llegó a decir que el Gobierno catalán se está quedando sin opciones. En los últimos dos años, su región colocó bonos patrióticos a un interés de entre el 4,5 y el 5 por ciento, si bien éste sostuvo que la capacidad de sus paisanos para comprarlos está en el límite. De hecho, indicó que un cuarto de los ahorros de la ciudadanía está dirigido a pagarlos.
Por este motivo, el president apostó de nuevo por la emisión de hispanobonos para ayudar a las comunidades autónomas.
Lamentablemente para el conjunto del país, las explosivas palabras de Mas dejaron perplejos a los gabinetes de comunicación del Gobierno central, que solo acertaron en señalar, de una forma absolutamente desafortunada, que los ministros de Economía, Luis de Guindos, y de Hacienda, Cristóbal Montoro, no se ponen de acuerdo sobre el mecanismo que se adoptará para refinanciar la deuda autonómica.
durán i lleida. El revuelo que se montó fue monumental y eso mismo marcó el encuentro que habían fijado el portavoz parlamentario de CiU, José Antonio Durán i Lleida, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para las 17,00 horas. Seguro que muchas de las cosas de las que se iban a hablar se quedaron en el tintero tras la enorme metedura de pata de Artur Mas.
El político catalanista intentó salvar los muebles como pudo y, como siempre se suele hacer en estos casos, intentó matar al mensajero, ya que, a su juicio, ha habido una «mala interpretación» de las palabras de su jefe, ya que, según subrayó, «de ninguna manera» solicitó el rescate de su comunidad. «No hay motivos ni existe ninguna necesidad de plantearlo», afirmó rotundo. Ahora falta por ver si, dentro de 48 horas, convence a los mercados de que la ejemplar región norteña, tradicional locomotora de España, ha tirado la toalla y descarrila.
Afortunadamente, no todo fueron malas noticias y confusión, ya que Mariano Rajoy se comprometió con su interlocutor a la creación de hispanobonos, añadiendo que el Ejecutivo se ha comprometido a poner en marcha un mecanismo para resolver el problema de liquidez de las comunidades autónomas. «Estoy convencido de que así va a ser, y que el Gobierno no dejará tirados a los que cumplamos», apostilló Durán.
